miércoles, 23 de diciembre de 2015

Tres castillos asturianos.

castillos asturianos, Alfonso III el Magno
Alfonso III, el constructor de castillos.
A día de hoy podría parecer que en Asturias eso de los castillos no se estilaba demasiado. La verdad es que comparadas con las formidables fortalezas que se encuentran por toda la piel de toro, especialmente en tierras de frontera entre los diversos reinos, las escasas torres y restos de murallas que se pueden contemplar en el solar astur son bastante deslucidas y pueden llevar a pensar que en las Asturias de Oviedo el arte de la fortificación brillaba por su ausencia, que ya de por si protegen bastante e impiden el paso las formidables barreras naturales que forman las montañas de los Picos que llaman de Europa.

Pero en Asturias si que hubo castillos, más de trescientos registrados, incluyendo aquí torres de vigilancia y de señorío, que si bien no eran tan grandes como, por ejemplo, el de Ponferrada o el de Gormaz, si que fueron recios y poderosos y vivieron guerras y asedios y leyendas, como toda
fortaleza medieval que se precie.

De entre todos esos castillos y torres tres merecen ser destacados por su antigüedad e importancia; el castillo de Tudela, el de Gauzón y el de San Martín. Los tres tienen su origen en un castro mucho más antiguo que el castillo propiamente dicho, los tres protegían puntos vitales del reino de Asturias (Oviedo, la ría de Avilés y la ría del Nalón) y los tres fueron levantados en el reinado de Alfonso III el Magno.

El castillo de Tudela es el único de los tres que se encuentra al interior. Alfonso III lo mando construir sobre un emplazamiento castreño anterior con el fin de proteger Oviedo desde el sur, colocandose el castillo en lo alto de una colina que controla el vital camino que unía la ciudad con la meseta leonesa, así como el curso del río Nalón, y que a día de hoy conserva el nombre de Picu Castiellu.
El castillo tenía un triple torreón y un doble foso y parece que también una triple muralla rodeandolo. Todo ello sobre una planta de forma ovalada. Se le considera el más grande de los castillos asturianos.
A caballo de los siglos XIII y XIV el castillo pertenecía al obispado de Oviedo que lo tenía arrendado a una familia de caballeros-ladrones que se dedicaban a saquear a los mercaderes que transitaban por esa ruta. Una minucia en realidad, porque pocos años después entregaría el castillo al que era por entonces el enemigo número uno de las villas y ciudades asturianas, Gonzalo Peláez de Coalla. En realidad todo esto no se debía a que el obispo se hubiese vuelto un ser malvado y despreciable, sino que, como se ha visto aquí, el prelado estaba inmerso en una contienda de larga duración contra la propia ciudad de Oviedo, que se las daba y se las traía para mantener la independencia con respecto al obispo de marras.
En esos años estuvo el castillo a punto de ser destruido por Rodrigo Álvarez de las Asturias, que había acudido a la región a poner un poco de orden. Pero antes de perder el preciado castillo el obispo prefirió rendirse y la fortaleza se mantuvo unos cuantos años más. 
Pero Tudela era un castillo muy recio y muy estratégico y no tardo en caer en manos de otro perturbador de la paz; Alfonso Enriquez se hizo con él durante las revueltas contra su hermanastro Juan I, que no tuvo tantas contemplaciones como don Rodrigo y  mandó destruirlo en 1383 en una de esas guerras que mantuvo con su hermano bastardo, los castillos se estaban convirtiendo en refugios de ladrones y eso no podía ser. Un rey construyó el castillo y otro lo hizo destruir.  
Sobre las leyendas del castillo ya se ha hablado de ellas aquí, así que no me repito al respecto.

El Castillo de Gauzón fue durante siglos uno de los más misteriosos de todo el panorama asturiano. Se sabía de su existencia y de su importancia. Y se daba por hecho que el concejo de Gozón recibía su nombre de él. Incluso se sabía que la Cruz de la Victoria había sido tallada (o al menos recubierta de oro y pedrería) entre sus muros, y se sabía porque la propia cruz lo dice en un grabado. Se sabía también que había pertenecido a la Orden de Santiago, más que nada para evitar que algún magnate del lugar, de esos a los que les gustaba tanto sublevarse se apoderara de él y aprovechara para rebelarse un poco.
Lo que no se sabía es donde estaba. No había ni rastro.
El misterio se resolvió a principios de este nuestro siglo XXI, cuando se descubrieron los restos arqueológicos del castillo en lo alto del Peñón de Raíces, mole pétrea que se alza a apenas una legua de Avilés, y está equidistante de la ría y del mar Cantábrico. Un pequeño riachuelo, también llamado Raíces, le hacía las veces de foso. Y la fortaleza no era pequeña. Se venía utilizando desde antiguo, desde el s.VII como poco, en pleno reino de los visigodos, y los reyes de Asturias la usaron sin interrupción, adaptando y mejorando sus defensas, hasta que en el reino de Alfonso III el Magno se realizó la más importante de las remodelaciones. El último rey de Asturias quiso reproducir en su interior la estructura de sus palacios y doto al castillo con una residencia real, que incluía una gran chimenea en el centro de la sala, unos baños con estanque de ladrillos, una iglesia consagrada al Salvador, una entrada reforzada en forma de U y una torre al lado de ésta para protegerla. El castillo se organizaba en terrazas, siendo la la más alta para uso regio, con las estructuras que acabo de describir, y la más baja para los servidores y trabajadores del castillo. Una fortaleza impresionante como corresponde a un rey tan importante como el último de los Alfonsos de Asturias.
Con el abandono de la corte de Oviedo y su traslado a León, el castillo paso a ser refugio de los condes que representaban la autoridad real. La amenaza de vikingos y piratas musulmanes seguía vigente y la fortaleza estaba en su esplendor, pero no siempre sirvió a su cometido de defender el reino. Durante la revuelta del conde Gonzalo Suarez, en 1132, el castillo estaba en manos del rebelde, pero las tropas reales lograron hacerse con él rápidamente. A partir de entonces el castillo paso a estar a manos de tenentes del rey. El último de éstos gobernó en el castillo casi ininterrumpidamente desde el 1200 al 1222. Se trata de García González de Candamo, quién en 1222 se convirtió en Maestre de la Orden de Santiago. A partir de entonces el castillo pasaría a manos de los santiaguistas que gobiernan el castillo a base de encomiendas a caballeros de la zona. El último de las encomenderos del castillo de Gauzón será un hijo bastardo del rey Alfonso XI: Enrique de Trastámara.
Heráldica de la familia Alas
El Escudo de Armas de los Alas, Martín Pelaez
en el castillo de Gauzón.
Y poco más se sabe del castillo. Es evidente que fue destruido en algún momento del s.XIV, en el que paso a usarse como recinto para guardar el ganado, y teniendo en cuenta la turbulenta historia de don Enrique de Trastámara, bien pudiera ser que fuese destruido durante una de sus revueltas contra Pedro I. No hay que olvidar que el bastardo de Alfonso XI trató de conquistar la cercana villa de Avilés y solo fracaso gracias a la llegada del ejercito real. ¿Fue el castillo destruido en esos días? Imposible saberlo. La historia se acaba de Gauzón parece acabarse aquí.
Pero el castillo había entrado en la leyenda del reino de Asturias. Se habla del rey Paene, que dicen que levantó una mezquita en lo alto del peñón, de unas terribles mazmorras bajo el castillo, de un tesoro enterrado, de seis figuras de oro... 
Su prestigio es tal que los Alas, familia de lustre avilesino, gustaba de remontar sus orígenes a los propietarios del castillo. Contaban que el primero de su linaje, un tal Martín Pelaez, recibió el apellido Alas porque mientras defendía el castillo del asedio de los moros, un ángel descendió del cielo para ayudarle y gracias a él y a su valentía fueron los infieles rechazados y el tal Martín recompensado por don Pelayo con el derecho a lucir unas alas en su escudo. 


Castillo de San Martín. De origen también castreño, enclavado en el territorio de los astures pesícos, alojó posteriormente una torre de vigilancia romana, con lo que pudiera estar relacionado en origen con las numerosas minas de oro que horadaban el occidente asturiano en aquellos días. De nuevo fue el último de los reyes asturianos quién reaprovechó una antigua fortificación para levantar otra más moderna. De nuevo la amenaza de  los normandos marcaba su decisión de fortificar la costa. 
Y es que el castillo de San Martín protege la entrada a la ría del más importante de los ríos asturianos, el Nalón, que no es navegable, ni mucho menos, en su totalidad, pero que si permite remontar su cauce por lo menos hasta Pravia, la capital del rey Silo. La fortaleza está enclavada en una peninsulita rodeada en tres de sus lados por el mar, permaneciendo unida a tierra solo por su cara Sur. La situación del castillo era tan estratégica que permanecía en manos del rey de León, quién otorgaba la tenencia habitualmente a caballeros del concejo de Pravia, otorgándoles para sustento las tierras de realengo de Ranón, que dependían del castillo.
Gonzalo Pelaez se hizo con ella durante su revuelta contra Alfonso VII, pero no tardó el rey en recuperarla y de nuevo en sus manos la entregó a su lugarteniente Suero Vistraito. Alfonso Enriquez, otro rebelde de lustre, también se adueño de la fortaleza y se la entregó en tenencia a su hijo natural (o sea bastardo) llamado Fernando. Las tropas reales sitiaron el castillo y solo lograron cercarlo por hambre, pero los defensores se acogieron a la clemencia del rey y ésta les fue concedida. En el s. XV, con Asturias bajo el yugo de los Quiñones, será en este castillo en el que los tres capitanes enviados por el Príncipe de Asturias, a la sazón el futuro Enrique IV, se reúnan y resguarden para comunicar a su señor que solo con un firme apoyo por su parte se podría arrebatar la tierra asturiana de manos de los opresores. Los leoneses por su parte intentaron apoderarse de la fortaleza y la sometieron a un poderoso asedio, pero los alcaldes de la fortaleza, don Gonzalo Cuervo de Arango y don Juan Sánchez de Calienes, naturales de Pravia, supieron resistir los envites y el castillo permaneció en manos de los realistas.
Al contrario que las otras dos fortalezas tratadas en el artículo, el castillo de San Martín sobrevivió a la edad media, reformándose a finales del s. XV (el corregidor de los Reyes Católicos aportó 120000 maravedíes para reformar este castillo y el de Oviedo). Contaba con torre del homenaje de cuatro plantas, otra torre más pequeña, casa que habitaba el alcaide, foso, barbacana con tres puertas, la más grande conocida como la del Rastrillo y la iglesia o capilla de San Martín, que parece haber sido construida por Alfonso III a la vez que el propio castillo. La cerca del castillo llegaba hasta la misma orilla del Nalón y puede que tuviera una poterna que diera a la misma ría, pues los barcos que entraban en ella encontraban refugio junto a la fortaleza. El castillo protegía a su vez, y muy seguramente cobraba peaje, la barcaza que cruzaba el río, pues de aquella los puentes brillaban por su ausencia. Al igual que el castillo de Gauzón dió nombre al territorio cercano (el concejo de Gozón), el castillo y su barcaza para cruzar el río hicieron lo propio con Soto del Barco, el concejo en el que se enclava.
Al menos hasta el s.XVIII mantuvo en su interior una guarnición militar.

Ideas de aventuras:

  • Los Pjs se encuentran de guardia en la torre del castillo de San Martín una oscura noche de verano, cuando ven aparecer sobre las aguas una pavorosa imagen. Un extraño barco con mascarón en forma de dragón, de vela cuadrada e impulsado por numerosos remos se adentra en la ría emitiendo un fantasmagórico fulgor. 
  • Un vecino de los valles del Nalón les ha vendido el mapa de una "ayalgua" a los Pjs. Parece que se encuentra enterrada en las ruinas del castillo de Tudela, a tres pasos mirando hacía el sol a eso de las tres de la tarde. Lo que pasa es que ese misterioso tesoro es el relicario del monasterio de Valdedios y está siendo buscado sin tregua por los encomenderos del mismo. Y mira tú que los Pjs van a estar en el lugar equivocado, en el momento inoportuno.
  • Un caballero ladrón más cruel y avaricioso de lo habitual se ha refugiado en el castillo de Gauzon. Las localidades cercanas han pedido ayuda a la villa de Avilés que, apurada en otros menesteres, solo puede prestar ayuda en forma de un pequeño grupo de audaces aventureros. 
Bibliografía:
  • Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias. Padre Carvallo. 
  • http://leyendesasturianes.blogspot.com.es/
  • "El castillo de Gauzon. Un viaje por la edad media" Díptico del Ayuntamiento de Castrillón. 
  • "El castillo de Gauzón (Castrillón, Asturias). Campañas de 2007-2009. El proceso de feudalización entre la Antigüedad Tardía y la Edad Media a través de una fortaleza." Iván Muñiz López y Alejandro García Álvarez-Busto

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