jueves, 16 de mayo de 2019

El valle del Trubia y sus castillos en las rocas.



El Valle del Trubia

Las tierras que desde las alturas del Puerto Ventana desembocan en los confines del concejo de Oviedo son conocidas desde antiguo como el Valle del Trubia. Bajo la batuta del cabildo de la catedral de Oviedo, que ejerce su poder a través de sus encomenderos de noble linaje, en este caso los Quirós, o a través de sus delegados directos, como son los mayordomos, merinos episcopales o tenentes. Esta situación viene de los tiempos de los reyes de León y fue con la minoría de Fernando IV que tiene los obispos problemas con sus vasallos. Y es que no siempre le han salido bien al cabildo la elección de comenderos y tenentes, teniendo que muchas veces pleitear con los elegidos que se le subían a las barbas. Los hechos fueron muy gravosos cuando el primero de los Trástamara cedió las tierras del Trubia a su hijo natural Alfonso Enriquez, pues los suyos cometieron muchos abusos y desmanes en estas tierras y hubo el obispo de pleitear por recuperar lo que era suyo y por asistir a sus vasallos.

Hay que aclarar que el valle del Trubia no es solo el valle del Trubia. Lo forman también el de Ricabo, el de Lindes, Valdesampedro, Valdesantibanes y Valdecárzana. Una tierra de empinadas montañas y profundos desfiladeros. De rápidos ríos y frondosos bosques. De castillos rocosos y aldeas escondidas. Que se organizan en distintos territorios: Santo Adriano, que comprende las tierras alrededor del monasterio homónimo situado a la vera de la aldea de Tuñón; Proaza, que nació al calor de la fortaleza de un rebelde; Teverga, bajo el castillo de Alesgas y la Colegiata de San Pedro; y Quirós, cuna de uno de los más nobles linajes asturianos.

Cuídese la viajera que se adentre al valle porqué una parte de su alma se quedará para siempre entre sus cumbres.

Santo Adriano

La viajera que se adentre en las tierras del Trubia viniendo desde la ciudad de Oviedo, se topará primero con los monjes del discreto monasterio de Santo Adriano de Tuñón. Se levanta el cenobio alrededor de la antigua iglesia del mismo nombre, que dicen fue levantada por el último rey de las Asturias y su esposa Jimena. Vinieron a la consagración del templo los obispos de Oviedo, Coímbra, Iria y Astorga. Poderosa recomendación que advierte a la peregrina de no ignorar el templo. La pequeña aldea que crece a la vera del monasterio es conocida simplemente como Tuñón por los lugareños.

De estas tierras es originaria la estirpe de los García Tuñón, poderosos señores del valle, que extendieron su influencia río arriba, aliándose inteligentemente con otros hombres buenos de estas tierras: los Álvarez de Banduxu.

Desde las escarpadas montañas vigilarán a la peregrina las ruinas del otrora magnifico castillo de Buanga. Levantado en el espolón rocoso que pone fin a la sierra del mismo nombre (aunque alguno dicen Guanga y no Buanga), la fortaleza estaba levantada con tanto ingenio que los acantilados y taludes naturales hacían innecesaria la presencia de fosos y contrafosos, pues la misma naturaleza protegía sus muros. La posición del castillo era inteligente a más no poder, y es que desde su torre se controlaba el Camín Real de La Mesa, el Camín de Ventana y los senderos que desde Quirós llegan hasta el valle del Trubia. Es decir, las más importantes vías para llegar a la Asturias central se divisaban desde sus almenas.

Alfonso VII Emperador
Alfonso VII quién combatió incansablemente
en el valle del Trubia contra el rebelde don Gonzalo Pelaez
Y no solo las alturas del castillo eran de interés. Puede que la peregrina no esté avisada de ello, pero bajo sus sótanos se escondía un pasadizo secreto que asomaba los sótanos del castillo a los bosques de los alrededores, y decían los lugareños que en sus profundidades se encontraban los atuendos de siete reyes y reinas, y que en alguna parte se escondía un fabuloso toro dorado. La verdad es que ya nadie sabe quién construyó la galería, ni mucho menos cuáles eran sus intenciones al hacerlo. Aunque los más atrevidos y sabidores apuntan a un famoso rico-hombre asturiano: el conde Gonzalo Pelaez.

Este don Gonzalo vivió en los tiempos de Alfonso el Emperador y era incluso su alférez real. Poderoso señor de la tierra que mantenía las tenencias de los castillos de Astorga, Pajares, Alba de Quirós, Tudela, Gauzon y Proaza. Dominaba Astorga, El Bierzo, Laciana, Babia, Luna y el río Eo hasta Cabruñana. Y se dice de él que aspiraba a separar Asturias del dominio castellano. Pero fracasó, pues Dios no lo quería.
Sin embargo no fue fácil para el Emperador el derrotar al rebelde. Precisamente en este su castillo de Buanga, cuando las huestes reales lo sitiaban (Gundinsalvo comite in rebellione posito in castro buanga samna), casi pierde la vida el monarca cuando su caballo fue alcanzado, no se recuerda si por piedra o flecha, echando al suelo a su regia persona.
Fue el conde derrotado y desposeído de sus tenencias y, aunque se rebeló de nuevo entre medias, acabo muriendo en el exilio en Portugal. Sus leales trajeron su cadáver para ser enterrado en Oviedo. Era el año del Señor de 1138.

Desde los tiempos del obispo don Alonso Pelaez, allá en los últimos años de don Alfonso Onceno, el castillo, como muchos otros es tenencia de los Bernaldo de Quirós. Situación que no gustó nada a su sucesor en la mitra, Gutierre deToledo, quien les quiso arrebatar la tenencia. Sus dimes y diretes se resolvieron pacíficamente, cosa novedosa, más que nada porque para los tiempos de Juan I la fortaleza ya estaba en estado de ruina, imponente y legendaria, pero ruina.

Estas eran las glorias del castillo de Buanga, aunque los siervos tuviesen de la fortaleza una opinión ligeramente diferente: Traigo la cabeza rota/de carretar oro y plata/del castillo de Teverga/ para el castillo de Buanga.

Proaza

Una legua río arriba llegará la viajera al territorio de Proaza. Se habla que aquí perdió la vida el gobernador moro Munuza, cuando la tierra se llamaba Olalíes, cuando intentaba huir despavorido de los hombres de Pelayo. Y hay que esperar al reinado del primer rey Ordoño para oír hablar de Pruaza.

La villa es tranquila y amable, sin muralla, pero bien protegida por la torre del Campo, de impecable planta redonda. Los iletrados la confunden con el castillo de Proaza, otra de las fortalezas del conde don Gonzalo. Pero es evidente que no estamos hablando de la misma, pues la torre del Campo, que tiene cerca y un pequeño foso, no puede ser la fortaleza poderosa que se enfrentó al poder real. Esta última está perdida y nadie en Proaza sabe donde encontrarla.

La actual torre pertenece en encomienda a los Bernaldo de Quirós, aunque en su nombre la guardaron  durante años los hidalgos de Banduxu Rodrigo Álvarez y Suer Pérez. El obispo don Gutierre también pleiteó por la posesión de la torre. Todo acabó en un buen arreglo, pues los de Quirós se quedaron con los castillos, pero rindiendo pleito-homenaje a la mitra oventese. Así que los de Bandujo tienen la torre por delegación de los Quirós, en quienes delega, a su vez, el señor obispo. Esto a los de Proaza les da igual, porque siempre hay un señor en la torre cobrando impuestos y alcabalas. Así que mientras no pendencien y quemen cosas les parece igual de bien quién les cobre.

A unos cuantos pasos de la Torre del Campo, está la casa fuerte de los Prada, que también tiene torre. De los Prada se habló mucho durante este reinado de sus Católicas Majestades, pero no para bien. Pero esto la peregrina lo descubrirá solo si sigue leyendo. La torre de los Prada es cuadrada y algunas de sus piedras muy, muy antiguas y se carretaron desde el cercano prado de Vegamande. Pero nadie sabe que hacían allí.

Recordar por último a la viajera que en Proaza puede cruzarse el río sin mojarse los pies, porque en su barrio de Villanueva se levanta un puente que une las dos orillas.


Proacina

Otro de los castillos roqueros del valle, se erguía en el margen izquierdo del río. Era una más de las
Valle del Trubia
Alfonso VII envía a los suyos contra
Gonzalo Pelaz
fortalezas que estuvo bajo la tenencia de los Quirós hasta que cayó en desuso. Los sabidores hablan de que antiguamente era este el lugar conocido como Proaza y cuando el actual le quitó protagonismo se quedó con el diminutivo de Proacina. No falta quién dice que, en realidad, el castillo de Proaza en el que se escondía Gonzalo Pelaez estaba sito en este lugar. Es ruina desde no se sabe cuando.


Banduxu

Desviándose de su ruta y tomando un sendero que se interna hacía el Occidente se encuentra la aldea de Bandujo (o Vandujo, o Banduxu como dicen los lugareños iletrados).

Banduxu es un lugar antiguo. Muy antiguo. En las alturas que lo rodean se esconden multitud de túmulos levantados por no se sabe quién, puede que por los misteriosos mouros, y a los que es mejor no acercarse, pues no se sabe que ocultan en sus profundidades. Y esto no siempre es fácil porque a veces los caminos ganaderos pasan peligrosamente cerca de las antiguas tumbas. La viajera haría bien en mantenerse alejada de los altos.

La parte más noble de la aldea en sí se levanta junto al saliente conocido como El Tarano. Aquí se encuentra la iglesia de Santa María y la torre de los Álvarez de Banduxu. Es en este barrio donde, desde antiguo, habitan las personas de linaje de la aldea.

Separado del anterior por tierras de labranza está La Molina, grupo de casas que se arraciman alrededor del ingenio que le da nombre. Es hogar de gentes humildes y laboriosas que son observados desde las alturas por los señores de El Tarano.

El Toral de Riello es otro de los barrios de la aldea, separado por cultivos de los otros dos. Es el más reciente de todos, aunque las tierras ya se roturaban tiempo atrás.

Todos los caminos de la aldea confluyen en una plazuela conocida como “El Real”. En realidad es un claro entre los cultivos donde se reúnen los vecinos y las vecinas para hablar en conceyu del gobierno de la aldea. Y más aún, que aquí también se junta el ganado antes de subirlo al puerto.

Las relaciones entre señores y campesinos no siempre son fáciles. Los primeros controlan no solo las tierras más fértiles, sino también los horreos y las cuadras y tenadas, llegando incluso a expulsar a los rústicos de sus hogares para poder alojar a sus hijos segundones. Todo ello, claro, de las formas más legales y correctas.

De estos nobles señores locales, no es aventurado decir que el más prominente fue don Rodrigo Álvarez de Banduxu I. Ya lo hemos visto más arriba, vasallo de los Quirós y tenente del castillo de Proaza, y cambiando de bando para someterse al obispo Gutierre de Toledo. Fue hombre de armas y guerra, principal apoyo del rey en las tierras de Trubia, solo por detrás de los Bernaldo de Quirós, contra el conde Alfonso Enriquez. Falleció en el año del señor del 1400, vendiendo entonces su viuda las armas y armaduras del finado por 600 maravedíes. A partir de esos años los Álvarez de Banduxu se mantendrán en el poder a través cargos más tranquilos y estables, como notarios, abades, chantres, etc. Atrás quedaban los días de guerras y pendencias.

El Privilegio

Una vez abandonado Banduxu deberá la peregrina seguir río arriba entrando en las tierras de lo que se conoce como “El Privilegio”. Son tres aldeas: El Paramo, La Focella y la Villa del Sub las que forman parte del mismo y sus naturales no pagan otro impuesto que no sea el diezmo a la iglesia. De ahí que sus doñas sean muy pretendidas por los campesinos de los alrededores, quienes por algún motivo no gustan de pagar los fueros que les corresponden.
Pintan los de este linaje de hidalgos del Privilegio un escudo de armas en el que se ve un caballero a pie, armado con espada como si fuese a golpear con ella y con un perro y dos lobos en campo de gules, y dice su lema: “Ó quan bello lo fixo Bellido con la su espada en la mano”

La verdad es que poco se sabe de este tal Bellido. Parece ser que su nombre era Mandulfo, aunque conocido como Bellido Vrioles, y era caballero del rey y vasallo del conde Pelayo Froilas. Tuvo una pendencia con el caballerizo mayor del soberano, a la sazón Asemenides, y fue entregado como rehén al rey Bermudo III. Pasado el tiempo descubrió el rey que no era malo el tal Vrioles y le compensó haciéndole hidalgo y dejándolo libre. Y claro, la historia no encaja, porque si era caballero nombrarle hidalgo es bajarle el rango, pero la verdad es que en tiempos de del antedicho monarca, año del señor de 1033, no había caballeros como se les llama ahora. Tampoco nos explica el cuento que fue lo bello fecho con la espada, que Mandulfo (Bellido) la tendría, pero parece que no la usó para salir del trance. Dudas todas estás que no empañan El Privilegio y sus exenciones tributarias.

Teverga

Llegará por fin la peregrina a la Colegiata de San Pedro de Teverga, fundada en 1069 de nuestro señor, a la vera de la Iglesia de San Miguel, a la que luego absorbió, por la piadosa condesa Aldanza. Esta condesa era descendiente del rey Bermudo II y fundadora también de Santa María de Lapedo en el valle de Pigüeña. Reposa en la iglesia (también fundada por ella) de Santa María de Villanueva de Valdecarzana.

Valle del Trubia
Inexacto mapa del Valle del Trubia
Es la colegiata el edificio más notable de los alrededores y no es aventurado decir que de todo el valle, pues cuenta con la iglesia, el pórtico de la misma, que hace las veces de cementerio de notables, claustro, casas para los canónigos y palacio para el abad. Estos últimos de muy reciente factura, levantados el abad Fernand González en estos años de sus Católicas Majestades. No debemos olvidar que los abades de la colegiata son, a su vez y siempre han sido, canónigos de la catedral de Oviedo. El abad es un hombre piadoso que no solo ha embellecido la Colegiata, sino que cuida que los caminos y accesos a la parte alta del valle estén abiertos y despejados.

Claro que puede que la peregrina no quisiera visitar la Colegiata, sino el Santuario de la Virgen de la Asunción del Cébrano, muy antiguo y renombrado. La Virgen que en él se guarda tiene fama de curadora de los males del cerebro y por es por ello muy querida. La leyenda dice que la figura misma fue traída por los buenos cristianos tras el desastre de Guadalete, para mejor proteger a los católicos que aquí vivían. Pero otra leyenda dice que un pastor la encontró refugiada en una cueva cerca de Peña Sobia. La imagen cubre su cabeza con una pieza de bronce cubierta de milagrosos signos. Si la peregrina está aquejada de algún mal en su testa, solo tiene que ponerse el cuenco por encima para curarse.

Alesgas, Miranda y Monreal.

Hay tres fortalezas que vigilan las montañas de Teverga. Dos son más bien casa fuertes y se encuentran en las estribaciones occidentales del valle, como son las de Miranda y Monreal. Ambas pertenecían al cabildo ovetense y eran poseídas en tenencia por la casa de Quirós, quienes a su vez delegaban en sus vasallos. Alrededor del castillo de Miranda se ha levantado el señorío de Valdecarzana, del que son poseedores los Quirós, por obra y gracia de las mercedes de don Enrique II, cuando corría el año del señor de 1372.

El castillo de Alesgas es harina de otro costal. Es fortaleza poderosa desde la que se domina la entrada en el valle por el Puerto Ventana. Otra vez levantado sobre potentes peñas, el castillo, con una fuerte torre cuadrada, patio de armas, murallas y torres de refuerzo es una construcción imponente. El castillo tiene un pequeño patio de armas y un aljibe en el que se almacenaba el agua para cuando se necesitaba. En tiempo de nuestras Majestades ya es una ruina que vigila las montañas, como tantas otras.

Dicen que bajo sus muros se encuentran unos túneles que conectan con el mundo de los mouros y que por ellos sacaban estos sus caballerizas para abrevarlas en el río.

Más allá del castillo de Alesgas se encuentra el Puerto Ventana que marca el linde de las tierras del Principado, quienes lo crucen, si por algún motivo lo desean, estarán ya en León, aunque no se me ocurre que deseará hacer la peregrina por aquellas tierras.

Quirós

Mejor opción para la viajera sería volver sobre sus pasos y remontar el cauce del río Quirós para adentrarse en las montañas que llevan su nombre.

Como el resto de las tierras de las que llevamos un buen rato hablando, pertenecen estas montañas desde antiguo, desde los reyes de Oviedo, a la Santa Catedral de las Asturias. Y como el resto son gobernadas en su nombre por los Bernaldo de Quirós, quienes, como la astuta peregrina habrá deducido, reciben su apellido de estos sus dominios.

Es este un terreno montañoso y exigente, de grandes alturas y escasos pobladores, que pedirá lo mejor de la viajera para poder ser visitado sin perder el resuello. Si tiene fortuna y linaje podrá ser hospedada por los mismísimos señores de Valdecarzana en su castillo de Alba, que es fortaleza imponente y que perteneció al rebelde don Gonzalo y que también fue asediada por el Emperador de León. Dicen los ancianos que la última reina de Asturias, doña Urraca, quien era hija del tal Emperador, pero nacida fuera del matrimonio, también se alojó en el castillo, y que desde sus muros planeó la emancipación de nuestro viejo reino de la corte leonesa (casi se diría que los muros respiraban sedición).  Por fortuna fracasó y desde hace más de cien años, 1380 para ser exactos, pertenece sin disputa a los Bernaldo.

El castillo levantosé para proteger los pasos de montaña de las invasiones de los infieles moros, pero también se habla de un pasadizo subterráneo excavado bajo sus cimientos por los mouros por el cual subían y bajaban sus tesoros hacia el río. El por qué de ese trasiego de tesoros no es conocido por ningún cristiano.

El palacio de las Agüeras.

Pero no debe dejar la caminante que le engañen las rudas apariencias del castillo de Alba. Los de señores de Valdecarzana se alojan por lo general no en el castillo, sino en el cercano palacio de las Agüeras, levantado alrededor de una torre fortificada construida durante la pendencia entre don Pedro y don Enrique. Y es desde este palacio desde donde los señores del Trubia gobiernan los destinos de sus siervos.

En las alturas de Quirós también se esconden grandes piedras levantadas desde muy antiguo y antiquísimos poblados circulares. Es evidente que son obra de los mouros y mejor haría la peregrina no acercándose a esos lugares malditos.

De las leyendas y misterios del valle


Haría bien la peregrina, ahora que ha visitado todo el valle, en volverse sobre sus pasos y tal vez refugiarse de nuevo entre las murallas de Oviedo o en las de la villa de Grao, que también le queda a mano. Pero si es insensata y curiosa (defectos que van siempre unidos de las manos), podrían interesarle los siguientes saberes escondidos.

Entre Quirós y Santo Adriano se encuentra uno de los refugios de xanas más conocidos de todo el solar asturiano, al menor para los habitantes de la Sancta Ovetensis, que es el desfiladero de las Xanas, el cual desde la aldea de Pedroveya serpentea hasta las cercanías de Tuñón. Aunque apenas cubre dos leguas entre una y otra, la belleza y el misterio del paisaje son apabullantes y no dejan indiferente a nadie. La leyenda cuenta que habiendo sido desterrado de su trono, el rey Sancho I el Gordo encontró refugio en la corte del califa Abderrahmán III, donde se enamoró, mientras adelgazaba, de una de sus esclavas con la que tuvo una hija llamada Sett al-Raxana.
Pasaron los años y don Sancho, ahora ya más en forma, recuperó el trono de León y se casó con Teresa Jimena, pero se llevó con él a la corte a su amante mora y a la hija de ambos. El reino le duró poco, pues fue asesinado a los siete años de reinado, sucediéndole su hijo Ramiro, a la sazón de 5 años de edad. 
Como la primogénita del finado era mora en corte de cristianos e ilegitima para más inri, se decidieron los notables del reino a ocultar a tan incomodas criaturas, madre e hija. Y donde mejor que en el monasterio de Santo Adriano, bajo las manos del abad Creuso Lotario. Pero el tal abad no estaba muy por la labor de meter infieles en los santos muros de su abadía, así que las ocultó en el angosto desfiladero cercano a Tuñón (en Asturies Medievalia el lugar sale reseñado como Muñón, vosotros ni caso).
No contaban los cristianos del reino con la reacción de la guardia mora que había protegido a don Sancho durante su breve reinado y que comandaba un tal Jatar el-Quelbi, quién decidió abandonar León y Asturias al alcanzar la mayoría de edad el rey Ramiro II, llevándose consigo a Sett y a su madre, que ya no podían más que temer por su vida entre tanto infiel politeísta e idolatra.
De la madre no hubo ni rastro, que seguramente había muerto años ha, pero de la niña encontró la pista gracias a la colaboración involuntario del abad Creuso, previa tortura y quema de su monasterio: la niña se escondía desde hacía tiempo entre las estrechas paredes del cercano desfiladero.
Jatar y sus hombres fueron en busca de la moza, pero tan solo el comandante logró internarse en las profundidades el paraje. Más un extraño influjo hizo que se desmayara tras entrever a una misteriosa mujer rubia que peinaba sus cabellos junto a una cascada. Se despertó de su desvanecimiento junto a sus hombres y decidieron abandonar aquellas tierras mágicas olvidadas de la mano de Dios.
Años después, un trovador llamado Odoario Vela quiso seguir los pasos de Jatar, encontrando el mismo fin y cayendo al vacío tras vislumbrar a la doncella de rubios cabellos. Se inspiró en su aventura para escribir su canción “El desfiladero de la xana” y desde entonces este es el nombre con el que se conoce al lugar.

Tuñón es también conocido por la Cueva del Notario y lo que allí ocurrió. Tomó el nombre de un suceso luctuoso y salvaje acontecido recientemente con sus Católicas Majestades de Castilla y Aragón ya en el trono. Los Vazquez de Prada, que tenían casona en Proaza, no vieron con buenos ojos que su hermana Elena casara con un notario de origen plebeyo y natural de Tuñón. Diego, Alonso y Andrés reunieron a los suyos y acecharon la casa de los esposos que pudieron por los pelos huir al monte y refugiarse en una cueva, desde la que lograron mantener a raya a sus perseguidores, asistidos por nueve de sus deudos. Viendo que no podían entrar en la cueva sin ser descalabrados, a los Vazquez de Prada no se les ocurrió otra cosa que prender fuego a la entrada de la misma para achicharrar y asfixiar a los que estaban dentro. La misma Elena salió de la cueva para implorar a sus hermanos que abandonaran su intento homicida, pero los asesinos le dieron a escoger; podría escapar ella o podía quedarse dentro, pero su marido no iba a salir vivo de aquel agujero. Elena escogió quedarse y murió junto con su esposo y los amigos de éste. Habiéndolos dejado muertos los de Prada huyeron, se dice que a luchar a tierra de moros para escapar de la justicia real. Años después solo Diego volvió al valle, fundando en Proaza la casa fuerte de los Prada.

Un poco más arriba, en el mismo concejo, unos mozos estaban recogiendo la hierba a su ritmo, sin prisas, hasta que llegó un viejo y les metió prisa “si no, vais mojavos”. Los mozos se rieron, el viejo meneó el sombrero y se puso a llover de inmediato. Era sin duda el Nuberu que había descendido al valle para hacer sus cosas.

Los límites entre Proaza y Tameza se establecieron tras una competición de fuerzas entre dos toros. Los primeros llevaron un toro blanco, grande y fuerte; los segundos un toro roxu, pequeño, pero aún más potente. Ganaron los de Tameza y establecieron el limite en el Cantu la Flecha, marcando el lugar con un mojón negro.

También en Proaza, la noche de difuntos, se deja el fuego encendido de noche, comida preparada y no se duerme en las camas, para que las ánimas pudieran descansar.

Pero hay que tener mucho respeto y cuidado con las ánimas que atraviesan el concejo, pues una vecina del pueblo, muy dada a cotillear desde su ventana, se vio sorprendida por la Güestia, que le entrego un cirio negro para que lo guardara hasta su próxima visita. Espantada, la vecina escondió la vela en un arcón, pero al abrirlo el día siguiente se encontró con un difunto de cuerpo presente. Corrió a pedir ayuda al párroco local que la previno de devolver el cirio a los difuntos, ocultando bajo la ropa un escapulario. Cuando la aparición se presentó para recuperar lo suyo, la vecina entregó el cirio, siendo asida por fantasmales manos que querían llevársela con ella. La mujer sintió una quemadura por donde la estaban agarrando y mientras la soltaban una voz de ultratumba le dijo: “ Si no fuera por lo que llevas puesto, vendrías hoy con nosotros”. Los difuntos desaparecieron al punto y la vecina dejó de espiar a los demás.

Por todo el territorio de Proaza se rumorea la existencia de una criatura llamada Llobu Cerval, una especie muy agresiva y salvaje de licantropo.

Entre las lindes de Quirós y Teverga existió tiempo ha un pequeño pueblo llamado Rescuro. Se cuenta que una noche subió una de las mujeres del pueblo a amasar el pan del día siguiente, no dándose cuenta de que en la masa se había colado una sacabera (salamandra), animal que es bien sabido es venenosísimo. Comieron del pan todos los habitantes del pueblo, pues parece que lo usaban como pan de misa, llamándolo de San Antonio, y perecieron todos envenenados, aunque no falta quien dice que se salvó el cura o, según quién lo cuente, un pastor que estaba en el monte. Sea como fuese, las ruinas del pueblo allí quedaron, menos las del horreo que se trasladó convertido en carro de bueyes al vecino pueblo de Vil.lagondu (el muerto al bollo y el vivo al horru).

Vil.lanuova (Teverga). En su iglesia se oculta un cáliz de plata, robado en su día a una xana por uno de los lugareños. Como la criatura le perseguía y es bien sabido que las xanas son harto peligrosas, el rústico solo pudo librarse de ella tras ofrecer el tesoro a la iglesia del pueblo.

En Teverga se conoce al Nuberu como Renubeiru. En Taxa se cuenta la historia del Nuberu que cayó a tierra junto con un rayo y fue socorrido por dos muchachos del lugar, despidiéndose de ellos diciendo que se llamaba Xuan Cabritu y que si llegaban a la ciudad de Brita, pidieran por él. Haciéndose mayor uno de los mozos, embarcose con tan mala fortuna que su nave naufragó, arrojándolo a costas extrañas. Pudo sobrevivir a base de limosnas y sin saber donde se encontraba, hasta que alguien le habló de la cercana ciudad de Brita. Se allegó el joven a la urbe y preguntó por Xuan Cabritu, descubriendo al poco la casa donde este habitaba. El mozo relató su historia a la mujer del Nuberu, quien le hizo esperar a que retornara su marido, recomendándole, eso sí, que se escondiera pues Xuan tenía mal pronto. Llegó el Nuberu a casa y lo primero que dijo fue “Aquí güel a cristianuzu”, pero le explicó la mujer quien era la visita. Cambiando el semblante y las palabras el Nuberu siguió hablando “¡Ah, entós ye amigu mío!¡ A esti nun lo comemos!” y salió de su escondite el humano para abrazarse con su viejo conocido. El Nuberu no solo dio de comer al naufrago sino que lo llevó volando a cuestas hasta su pueblo, quien le azuzaba con un pincho gritando: ¡Arre demoniu!. Al vislumbrar su pueblo, nombró el aldeano a Dios, siendo descabalgado en el acto el Nuberu. Pero cayó bien, sobre un árbol cercano a la iglesia, con tan buena fortuna que interrumpió las segundas nupcias de su señora, que ya lo daba por muerto y se casaba otra vez.

En el Picu la Campa, Teverga, se encontró un lugareño, que venía desde la braña del Rebel.lon, con la Güestia. Algunas de las ánimas de la fantasmagórica procesión cargaban árboles, otros mojones, otros cancillas. Uno de los difuntos, que se presentó como el padrino de la victima, le explicó que llevaban aquello que habían robado en vida, haciéndole prometer que nunca se portaría mal (se entiende que no robaron los mojones en sí, más bien los cambiaron de sitio). Y no falta quién dice que mientras las almas pasaban a la vera del aterrado paisano, le iban pegando un bofetón.

Otro tevergano tuvo más suerte. Vio venir de lejos a la Güestia y pudo esconderse. Al pasar a su lado se encontró con el cura, un vecino que se las daba de beato y unos cuantos aldeanos más disfrazados de espíritus. Ni corto, ni perezoso, agarró un cayado y se lió a tortas con la procesión. Y es que a la iglesia le gusta sacar tajada de los miedos de los naturales, pero a veces les sale mal.

En Cuña, Teverga, está el Pozu las Xanas (o rozu las xanas)

Una anciana de Terverga recogió una noche a un cabritín con la pata rota. Se lo llevó a casa y le dio sopas de pan para comer. Al comenzar al santiguarse para ir a dormir el cabrito estornudo poniendose de pié diciendo: “Ixuxu, que comi sopes, ixuxu, que les comí. Ixuxu, que te vi el culu, ixuxu, que te lu vi”

En Vil.labandú, Quirós, nueve vaqueiros que volvían de romería se encontraron con un caballo blanco, siendo todos ellos capaces de cabalgarlo a la vez. Se dio cuenta uno de ellos de los sobrenatural del hecho y al nombrar a Dios debido al susto, el caballo desapareció. No se ponen de acuerdo los sabedores de lo oculto sobre si tal criatura era un diañu o algo peor.

También en Quirós, pero esta vez en un lugar llamado Vil.lasanti había una moza que llevaba los bueyes a beber a Vallina'l Llagu, pero los animales no podían beber porque un gran buey que salía del lago les embestía constantemente. Alentada por su padre la moza se decidió a espantar al gran buey con un pincho atado a un palo, pero la bestia la atrapó entre sus cuernos y la sumergió en la laguna. Nadie la volvió a ver, pero sus cuentas y corales aparecieron flotando al día siguiente en otra fuente a varías leguas de allí. 

En el Xienal, Quirós, se encuentra el prau del cuelebre, aunque nadie sabe porqué se llama así.


Post scriptum: En principio mi idea era, como he hecho hasta ahora, dedicar un artículo a cada concejo, pero una vez revisé toda la información que pude encontrar me dio la sensación de que no tenía bastante para hacer cuatro entradas individuales (Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós). Además, cuanto más leía, más claro me quedaba que los cuatro concejos formaban parte de un todo estructurado de manera similar, pese a las abundantes divisiones administrativas del territorio. 

El valle es un punto de entrada estratégico al centro de la región y como tal fue objeto de control por parte de la monarquía asturiana, es más, tal y como se ha visto, las primeras apariciones en la historia vienen bajo los nombres de los reyes Ordoño I y Alfonso III, quienes se afanan por organizar un territorio que perecía ser de realengo hasta el momento. Los siguientes siglos medievales ven como la autoridad real se delega en la catedral de Oviedo, a quien se le escurre entre los dedos el control del valle en favor de las élites locales, particularmente los Bernaldo de Quirós. 

El valle se abre y se cierra con dos castillos: Buanga y Alesgas, ambos hoy en ruinas, el primero apenas reconocible como construcción humana, que se complementan con las muchas que fortifican el resto del territorio. La mayoría de los castillos, sino todos, estaban encaramados en roqueros inaccesibles alejados de los poblados más importantes que se colocaban a la vera de los ríos. Esta dominación en altura cambió a finales del siglo XIV, cuando los señores bajan sus torres al valle, ya más interesados en cobrar impuestos que en detener invasiones que ya no iban a llegar. 

Como siempre me he permitido varias licencias en el texto. Tal vez la más relevante sea la trampa del castillo de Buanga que no está en Santo Adriano, sino en el concejo de Oviedo, una cuestión administrativa moderna, que no quería que me impidiera recalcar la idea de que el Trubia se enmarca entra este castillo y el de Alesgas. En su momento las tierras alrededor de sus muros se conocían como “el territorio de Buanga”, nomenclatura que se perdió cuando el centro de poder del valle bajo desde el castillo hasta la villa de Proaza.

Esta última también da lugar a confusión, si no ella, sí su castillo. Gonzalo Pelaez se rebeló en el castillo de Proaza y durante años se ha confundido la llamada "Torre del Campo" con la dicha fortaleza. Pero la realidad es que la torre del campo es muy posterior y es solo eso, una torre, desde donde poco se iba rebelar el conde, por mucho contrafoso, foso y cerca que tuviera cuando la construyeron. Se han sugerido dos opciones para la auténtica situación del castillo de Proaza: o en la misma villa, cercano a la casa de los Prada, o más alejado en lo que hoy se llama Proazina. Esta última teoría se fundamenta en que el nombre primitivo de la villa era San Vicente de Olalies y afirma que durante la rebelión del conde, Proaza se situaba en la actual Proacina. Con el devenir de los años, San Vicente de Olalies se transformó en Proaza y el castillo original se quedó con el diminutivo. Cada quién que escoja lo que más le gusta.

De nuevo aparecen en las ruinas leyendas sobre pasadizos y secretos de los mouros, por lo general se dice nada y menos al respecto, quedando todo en un simple rumor. Una pena porque da la sensación de que en la conciencia rural asturiana estaba implantada la idea de un mundo mágico subterráneo en el que habitaban aquellos, pero parece que estamos condenados a quedarnos con la miel en los labios. Si tuviera tiempo y recursos me gustaría investigar más el tema, tentado por descubrir una geografía de ese mundo oculto.

Por último recordar que llobu Cerval es como se conoce también al lince ibérico en Asturias, extinto desde principios del s.XX

Ideas de aventura

  • Los Pjs han hecho de las suyas en alguna de las aldeas del valle y escapan monte arriba hasta las ruinas del castillo de Buanga. Hay una galería subterránea que les servirá de refugio provisional. Lo que no se esperan es que conduzca al reino subterráneo de los mouros.
  • El conde Alfonso Enriquez está saqueando el valle, exigiendo tributos para sus conspiraciones, los Pjs son fieles a la causa de su rey legítimo y por lo tanto enemigos del conde. ¿Lucharan contra él o tendrán que esconderse para salvar su vida? 

Bibliografía


  • Señoríos y encomiendas en las tierras episcopales del valle del Trubia - Ana Fernández Suárez
  • Reyes, obispos y campesinos: territorio y poblamiento durante la Alta Edad Media en el Valle del Trubia, Asturias (siglos VIII-XII) - Jesús Fernández Fernández
  • Principios de formación y transformación del poder: el señorío monástico de Santo Adriano de Tuñón (siglos IX-XVIII) - Iván Muñiz López
  • La Colegiata de San Pedro de Teverga – Raquel Alonso Álvarez
  • El pueblo dormido. Bandujo (Proaza) - Iván Muñiz López
  • http://lavozdeltrubia.es/2014/12/12/reportaje-buanga-el-bastion-invencible/
  • La leyenda del desfiladero de las xanas le he parafraseado de la expansión de Aquelarre "Asturies Medievalia" 
  • Asturias Legendaria: historias, Leyendas, gentes y seres mágicos de la mitología. Miguel Arrieta. TREA. 
  • Mitos y Leyendas Asturianas. Editorial Picu Urriellu. Alberto Álvarez Peña.
  • El Gran Libro de la Mitología Asturiana. Xuan Xose Sanchez Vicente; Xesus Cañedo Valle , 2003
  • Asturias Mágica. Alberto Álvarez Peña -ed. Conceyu Bable 1992