viernes, 20 de febrero de 2015

Luarca y Valdés, más acá del río Negro. Parte I

Cuenta la leyenda que los habitantes de una pequeña aldea costera, que se levantaba a ambos lados de un serpenteante río, se vieron sorprendidos una buena mañana por una portentosa embarcación que había aparecido frente a sus costas. El navío, que empequeñecía las embarcaciones con las que los locales se dedicaban a la pesca y caza de ballenas, se acercó hasta el puerto local y una vez allí desembarcó de él un curioso personaje ataviado a la moruna que pidió cortesmente a los lugareños congregados a su alrededor, que le trajeran al sacerdote de la aldea para poder cambiar con él unas palabras. No tardó el cura en aparecer, bien seguramente ya se acercaba de motu propio para adivinar a que venía tanto escándalo, y pudo hablar brevemente con el misterioso desconocido, quién hizo unas señales a los suyos, los cuales desembarcaron a la vista de todos un esplendoroso arca. Apenas lo hicieron volvieron los moros a su embarcación y tan rápidamente como había llegado, se fueron sin dejar ni rastro. Pero si los locales pensaban que se habían acabado aquí los prodigios, se equivocaban, apenas se había alejado de la vista la misteriosa embarcación cuando un terrible aullido rompió el silencio reverencial de los congregados y una enorme manada de lobos, liderados por una bestia de tamaño pavoroso, se abrió paso entre la multitud, que ya se alejaba convenientemente de la cercanía de tan peligrosas bestias, y rodeó el arca depositada en el suelo. Ante asombro de todos las bestias se arrodillaron y humillaron alrededor del arca, dando fe del increíble poder que albergaba en su interior. Desde entonces el lugar se conoció como el Lobo del Arca, que apocopándose se transformó en Luarca (L.luarca en llingüa asturiana), capital del concejo de Valdés. 

 La leyenda se extiende un poco más y nos advierte que las reliquias del arca son las mismas que se guardaron después en la Cámara Santa de la catedral de San Salvador de Oviedo, pero es bien sabido por todos que esas reliquias llegaron a Asturias desde la corte de Toledo a través del Monsacro y por lo tanto esto puede no ser más que una leyenda con afán de conseguir un poco más de lustre. Cosa tonta porque a Luarca no le hace falta mentir para presumir de importancia fue un lugar destacado en los siglos medievales y no es la del arca y los lobos la única leyenda que se cuenta sobre tan insigne villa.

El beso antes de morir del pirata Cambaral y su amada.
Por Nestor Gonzalez
Es bien sabido que hasta la reconquista de Lisboa, allá por el 1147, la ciudad portuguesa era un nido
de piratas almorávides que gustaban de saquear las costas atlánticas y cantábricas que estaban en poder de los cristianos. En una de esas expediciones de saqueo, se acercaron  a las costas de Luarca, y se lanzaron sin piedad sobre una indefensa flotilla de pescadores que faenaban cerca de allí. Cual no sería la sorpresa de los mahometanos cuando los indefensos pescadores se revelaron como fieros guerreros bien pertrechados que cayeron sobre ellos con imparable ferocidad. Los piratas moros habían caído en una emboscada y la mayoría de ellos lo pagaron con su vida. Todos menos uno. Un apuesto moro de la morería, señor del mar, cruel en extremo y famoso por su ingenio que respondía al nombre de Cambaral, fue capturado por los luarqueses y encadenado en las mazmorras de la Atalaya. Se disponían los locales a festejar tan insigne victoria, cuando, como no, la hija del señor de la Atalaya, hermosa doncella, como solo lo pueden ser en las leyendas, se quedo prendada del apuesto prisionero. Se dispuso a ayudarle a escapar y a huir con él, pero el destino les tenía guardado un final más trágico. Fueron sorprendidos por los hombres de la villa, encabezados por el padre de la doncella, quién, como no, se puso hecho un basilisco al ver a su amada hija en manos del infiel. Y la cosa no hizo sino empeorar cuando los enamorados se dieron, delante de todo el mundo, un apasionado beso de despedida. El padre de la doncella no lo soportó más y de un solo mandoble arrancó las cabezas a los dos amantes, las cuales cayeron en el río y se hundieron bajo sus negras aguas. Años después sobre ese mismo lugar se levantaría el conocido como puente del beso.
Hay quién dice que el pirata no era moro, sino vikingo, que todo aconteció en el 880, con los piratas nórdicos desembarcando en la villa y qué el que acabo con él no fue el señor de la atalaya sino un tal Teudo Rico, natural de Villademoros, que acabó con el vikingo, bautizo con su nombre uno de los barrios de la villa, y se quedo con su enseña. En esta versión el nombre del pirata sería Kamboral.

Y no solo por las leyendas fue Luarca un lugar importante. Enclavada en el centro de la costa occidental asturiana, en el territorio de Tineo, y levantada a ambos lados del río Negro, la villa es una de las pocas poblaciones asturianas que gozo de presencia judía en su vecindad. Tan solo Avilés y Oviedo pueden presumir de lo mismo. Y es que la villa medieval tuvo su importancia sobre todo debido a la pesca y a la caza de ballenas. Se organizaba la vida en estos años alrededor de dos barrios principales, la Pescadería y el Cambaral (si, como el pirata), ambos fuertemente vinculados a la pesca, estando exentos sus habitantes de pagar portazgos, ni derechos ningunos sobre lo que hubieran pescado. Un puerto de ballenación, que se convertiría poco a poco en cabecera del concejo circundante; Valdés, del que se hablará más adelante.

La importancia de la villa fue tal que en 1270 Alfonso X, le concede carta puebla, dando origen a la Puebla de Valdés, porque sus habitantes «rescebían muchos males y muchos tuertos de caballeros e de escuderos y de otros homes malfacedores que les robaban e les tomaban lo suyo sin su placer...» Con el soporte que suponía la autoridad real, los luarqueses no tardaron en organizarse con sus vecinos para defenderse de los ataques de tantos malfacedores, en 1277 con las otras pueblas occidentales (del occidente de Asturias, vaya), con las que crea una Hermandad confirmada en La Espina. En 1315 con otros municipios del reino de Castilla en las Cortes de Burgos, creándose la Gran Hermandad del Reino. Y es que en estos años los municipios de hombres libres tenían que asociarse sino querían caer en las manos de algún desaprensivo señor feudal. 

 En esos años a galope de los siglos XIII y XIV se crea otra importante organización en Luarca, la Cofradía de Mareantes, dispuesta a defender los derechos de las gentes del mar. Pescadores, armadores y mercaderes se agrupaban para la mejor defensa de sus intereses. Los marineros de Luarca ya habían sido capaces de enviar una nave a la flota castellana que había sitiado Sevilla en 1248 y se rumorea que entre sus hazañas está la de remontar el Támesis y prender fuego a la mismísima Londres. Pero bien parece esto más un deseo originado por el ansia de revancha contra los corsarios ingleses que tanto gustaban de asolar estas costas.

Estas organizaciones no pudieron, sin embargo, evitar que en 1374 don Enrique de Trastámara quitará a la villa su condición de realengo, y la entregará en posesión a su hijo Alfonso Enriquez, tal vez a modo de venganza contra una puebla que se había mantenido en todo momento fiel a don Pedro I. Claro que gracias a las andanzas del personaje, la puebla pudo recuperar su autonomía en 1395, año de la derrota definitiva de don Alfonso. 

Todavía protagonizará Luarca un último intento de asociación en 1462, que se conoce como Las Cinco Villas y que agrupaba a Luarca, Grado, Pravia, Salas y Miranda. Solicitaron a Isabel la Católica su reconocimiento como entidad, pero muy lacónicamente la soberana delego en el corregidor, la agrupación terminó formando uno de los partidos de la Junta General del Principado.

En cuanto al aspecto de Luarca en estos siglos medievales, a buen seguro que era una puebla pequeña, de poco más de mil habitantes, que se agrupaban en los barrios de la Pescadería y el Cambaral, a ambos lados de la desembocadura del río Negro, y que tendrían más aspecto de aldea que de villa o puebla. Éste último barrio se dividía en Cambaral Bajo, donde se localizaban las defensas medievales, y Cambaral Alto. Era una villa abierta, sin murallas que la protegieran, así que los lugareños confiaban en gran parte su protección a la iglesia de Santa Eulalia, que se remonta a unos cuantos años en el pasado, pudiendo rastrearse su origen a los tiempos del Reino de León, pues Fruela I la donó en 912 a la catedral de Oviedo. En 1440 un hospital de peregrinos se levantó junto a la iglesia, no hay que olvidar que Luarca está en pleno camino de la costa. El hospital fue construido por obra de Alonso Gonzalez Rico, hidalgo originario del Cambaral, cuyo linaje fue muy importante por estas tierras, y se decía de ellos que habían encabezado la resistencia contra los piratas normandos. Algunos hablan que anteriormente a ese hospital existió otro levantado ni más ni menos que por los templarios, pero poco rastro hay de él y más parece leyenda que realidad. En el centro de la villa, casi como mediadora de los dos barrios principales se encontraba la Torre del Merino, levantada en los años de la fundación de la Puebla, y a la que se fueron añadiendo más y más construcciones hasta convertirla poco a poco en casa fuerte.

Los luarqueses buscaban en la iglesia protegerse no solo de los ataques mundanos, sino de los sobrenaturales, pues bien es sabido que el diañu gusta de hacer ruido con el candil para asustar a los que están pescando. Que en Luarca, son muchos.

Post scriptum: En esta ocasión he decidido dividir en varias partes el artículo dedicado a Luarca y Valdés para así empezar a publicar a la vez que profundizo en la investigación sobre historias y leyendas del concejo. Valdés es también el apellido de una importante familia noble asturiana que tiene mucha miga y cuyo solar original se encuentra entre estos valles, así que la cantidad de información que puedo llegar a reunir al respecto puede ser muy exagerada para una sola entrada.
 Rebuscando sobre las curiosidades de Luarca me encontré una y otra vez con la idea de que la Mesa de Mareantes (monumento situado en el Cambaral Alto y construido en los años 50 del s. XX aprovechando los restos de unas defensas levantadas en el s.XVI), era el lugar de reunión del gremio de mareantes y del concejo de la villa para hablar de sus asuntos. Sin embargo consultando fuentes anteriores al s.XX no he visto ni rastro de esta idea y me ha parecido más un mito moderno que una realidad. De todas formas aquí queda consignada la existencia de susodicha mesa.
 Hay dos cosas en Luarca que no tienen origen medieval pero no me resisto a comentar aquí: el cementerio y el museo del calamar gigante.
 El cementerio está colocado en la margen derecha del río Negro, en lo alto del barrio del Cambaral, rozando la Atalaya, que recibe el nombre de las fortificaciones que a partir del siglo XVI defendieron el puerto de Luarca de los ataques de piratas ingleses y franceses (por lo tanto muy cercano a la Mesa de Mareantes). El cementerio, uno de los más hermosos de España seguramente, construido a principios del siglo XIX, cuenta con una buena cantidad de panteones ricamente decorados, construidos por arquitectos de prestigio y que albergan a ricos indianos originarios del lugar (y la tumba del premio nobel Severo Ochoa, oriundo de Luarca). Cuenta con las habituales hileras de nichos que se pueden ver en cualquier otro cementerio, así como tumbas escavadas en la tierra. Prácticamente todas son de color blanco en consonancia con las casas de la villa que son predominantemente de ese color. Lo que más me llamó la atención, sin embargo, fueron las tumbas que se escavaban en la ladera de la colina, varios nichos que aprovechaban el desnivel natural del terreno para dar cobijo a los restos mortales de los finados. Al verlos no pude evitar pensar en que alguno de ellos no era tal y escondía en realidad unas escaleras que descenderían profundamente en la tierra hasta llegar a extrañas cavernas situadas por debajo del nivel del mar.
 Y aquí entra el Museo del Calamar Gigante.
Durante apenas cuatro años, a los pies de la Atalaya, y muy cerca del Cementerio de Luarca, se alzó frente a la mar el susodicho museo, albergando 31 ejemplares de calamar gigante, especie que según un buen amigo mio, marinero él, era de sobras conocida desde antiguo, pero no aprovechada por su fuerte sabor a amoniaco. El museo fue destrozado por un furioso temporal en 2014 y ahora solo quedan los restos, que fueron rematados por las acciones de unos vándalos.
 Con estas piezas; un cementerio, un museo de calamares gigantes, ambos frente al mar, y un empinado espolón que es rematado en su punta más septentrional por un faro, no pude sino imaginar una historia en la que, como dije, una de las tumbas oculta unas escaleras que descienden a un mundo submarino, habitado por extrañas criaturas adoradoras de poderosos monstruos tentaculados, que invocan las fuerzas de la mar para destrozar lo que a sus ojos es una afrenta a sus dioses acuáticos. No es historia para Aquelarre, lo se, pero bien cabe en La Llamada de Cthulhu, Cultos Innombrables o cualquier otro juego de rol de temática terrorífica y misteriosa. ¿O no?

Ideas de aventuras:

  • Los Pjs acaban de llegar a la villa de Luarca y como es demasiado tarde solo han conseguido refugio en un pequeño chamizo que los pescadores usan para guardar sus redes y aperos. En medio de la noche les sorprende el tintinear de un candil, una fantasmagórica luz se mueve frente a ellos en el mar. ¡El diañu! No, una embarcación pirata que planea saquear la villa mientras sus habitantes duermen. 
  • Varias barcas de pescadores han desparecido recientemente mientras faenaban, el gremio de mareantes organiza una expedición para buscar los restos de las embarcaciones. Ninguno de los tripulantes espera enfrentarse con un gigantesco monstruo surgido de las más oscuras simas marítimas.

Bibliografía: www.el-caminoreal.com, Guía Práctica de Monumentos Asturianos (ed. Everest), Asturias Legendaria (El Comercio, La Voz de Avilés), Asturias (Fermín Canella y Octavio Belmunt) 

2 comentarios:

  1. Curioso, leí hace menos de un mes un artículo tuyo, creo que fue éste hacia el final ( http://aquerasturias.blogspot.com.es/2013/03/aquerasturias.html ) que hacías referencia al pirata Cambaral y me dió por buscar sobre él y mira qué cosas que sacas un artículo al respecto. Muy interesante por cierto, sobretodo las referencias Cthulhoideas, que con el Cthulhu Edad Oscura ya pensaba hacer un crossover de Aquelarre/Cthulhu :D.

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  2. Es que un museo del calamar gigante que es barrido por las olas parece que lo pide... que pide a Cthulhu vaya. Aunque después de visitar Luarca me dio la sensación de que pedía una historia más de terror decimonónico que medieval, quizás por que la villa tiene poco de la edad media a día de hoy. De todas formas me gustaría ver como queda ese proyecto tuyo. Mantenme informado su te parece bien ;-)

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