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sábado, 19 de marzo de 2016

Salas: mitos y leyendas.

Salas, mitos y leyendas

Salas, tierra de leyendas

El pozo Fullaricos

En las cercanías de Ablaneda, allá por el alto de Pedrafita, dicen los que saben que se encuentran el famoso pozo Fullaricos (o Ful.lericos), bajo cuyas aguas se esconden los restos de un antiguo palacio.
Nadie sabe, eso si, a quién pertenecía el susodicho, pues no hay cristiano vivo que lo haya podido contemplar, pues hasta los más viejos del lugar lo han conocido siempre como lo que es.

Salas, pozo Fullaricos
El Pozo Fullaricos según Juan Pablo Moratiel
Pero donde no llega el saber alcanza la imaginación y la leyenda. El rey pertenecía a un noble viudo, que si era de horca y cuchillo, no se sabía, porque no parece que fuera malquerido por los suyos. Como no podía ser de otra manera el ilustre viudo tenía una hija, quien por supuesto, era la más bella del lugar y cortejada por un buen número de gentilhombres. Como no decidía con quien casarse y no debía de haber ningún monstruo matadero por los alrededores, el noble viudo decidió que entregaría la mano de su hija al primero que fuera capaz de traer agua desde el Pozo Verde, que estaba en La Espina, a unas buenas dos leguas de subidas, bajadas, riachuelos, bosques impenetrables y demás dificultades para hacer la cosa interesante y asegurarse que el ganador estuviera realmente comprometido con el asunto.

La dificultad de la tarea asusto a más de uno y tan solo tres pretendientes se presentaron. Dos de ellos unos galanes como Dios manda, guapos y apuestos a más no poder, el otro feo y contrahecho y encima vago, porque mientras los dos apuestos caballeros se ponían manos a la obra y comenzaban a escavar sendas acequias ( no os penséis que bastaba con lleva agua en un pellejo no, si vas a entregar a tu hija a un desconocido por lo menos que te haga una buena canalización), el feo, decía, se pasaba el día tirado a la bartola y sin mover un dedo. Y no fue hasta que la cosa estaba casi terminada y a punto de decidirse, que le dio al feo por ponerse a trabajar. Y hete aquí que lo que los dos hermosos jóvenes llevaban semanas haciendo, el contrahecho lo hace en una sola noche y sin despeinarse, El agua bajaba desde el puerto de La Espina, hasta el palacio en Ablaneda. 

Ya iba el horrendo a reclamar su premio, pues había cumplido parte de su cometido, cuando la doncella gritó: "¡Antes se hunda este palacio que casarme yo contigo!" Y como el pretendiente feo no era otro que el diablo, pues dicho y hecho, se hundió el palacio y el casamiento no tuvo lugar.

Y hay quién dice que de vez en cuando se aparece en el pozo, entre vigas y maderas que emergen, la doncella, transformada ahora en xana que promete riquezas sin cuento a quién la desencante.

Otra versión de la leyenda dice que el diablo ya se había aparecido con anterioridad a la doncella prometiendo hacerla más bella que otra joven que vivía en Belmonte, a cambio la doncella habría prometido su alma al diablo y éste habría participado en el asunto de la acequia para cobrársela. Pero desde mi punto de vista debe de ser un pegote de dos leyendas distintas, pues si el diablo ya le había dado más belleza a la joven a cambio de su alma, a santo de que le iba a sanear las tuberías.

Lo que a mi entender es más interesante es el origen de la leyenda. El pozo Fullaricos fue en origen una balsa receptora excavada por los romanos para que las aguas que usaban con su peculiar método de extraer oro se embalsasen y los restos de maderos y vigas que los aldeanos decían ver no serían sino fragmentos propios de la minería de oro. Y digo que es más interesante porque de una forma muy peculiar la leyenda nos habla de esa misma actividad: los pretendientes tienen que traer agua desde lo alto de La Espina hasta Ablaneda, es decir tiene que hacer una canalización que iría a parar al pozo Fullaricos o, más bien, que le daría origen. En el fondo la leyenda nos habla del origen artificial del pozo, de las grandes obras realizadas por los romanos para extraer el oro de los astures y de la posible existencia de ese oro en el fondo del pozo, camuflado ahora como tesoros de la xana. Tal vez el hecho de que la doncella se transforme en xana nos hable de la pervivencia de cultos paganos durante años después de que los romanos se hubieran ido, pues la diosa de las aguas se muestra sobre los escombros del mundo romano. Pero todo esto no son sino teorías de mi propia cosecha.

Los Infantes de Soto

Muy cerca de Ablaneda, de hecho a menos de una hora a buen paso, se encuentra Soto de los Infantes, una aldea un poco más grande que la primera, pero tampoco mucho más y que tuvo en su día muy ilustres vecinos. Y según a quién se pregunte eran vecinos buenos, o vecinos malos. 

Los que hablan de vecinos buenos dicen que en Soto vivía una reina que de una sentada dio a luz a siete hijos. O no eran de su marido, o no debía de ser una reina muy boyante, porque siete le parecieron demasiados y decidió deshacerse de seis de ellos. Los metió en una cesta y mandó a una criada que los tirara al río. Pero la criada se dio de bruces con el rey, quién le preguntó que llevaba en la cesta, la criada contestó que unos perrinos, y el rey que quería uno, la criada que no, que son muy flojos, y el rey porfiando por el perro. Y claro la criada destapo la cesta y el rey descubrió la verdad, pues la criada no dudo es explicar con pelos y señales lo que había pasado.

En lugar de ir a cantar las cuarenta a sus esposa el rey busco seis nodrizas y entregó un niño a cada una y no dijo ni mu a su mujer, fingiendo creerse el cuento de que había tenido un hijo y solo uno. Pasaron los años, los mozos crecieron y el rey celebró una fiesta en su palacio (este no se le había hundido como el de Ablaneda). El rey mandó que los siete muchachos se vistieran de la misma manera y cuando la reina llegó, la obligó a descubrir cual de ellos era su "único" hijo. La reina sabiéndose descubierta se desvaneció y algunos dicen que murió en el acto. Y una vez reunidos los siete niños, dicen que se convertirían en los Siete Infantes de Lara

Y si alguien está pensando que los Infantes de Lara no eran especialmente buenos, que parece que eran de tirar de espada a la primera de cambio. Eso es porque no conocen a los otros infantes a los que se les atribuye el segundo nombre de Soto. Por supuesto son los Infantes de Carrión, los que maltrataban a doña Sol y doña Elvira y recibían las justas iras del Cid Campeador. Pues a decir de algunos se habrían refugiado en Soto de los Infantes. Estos serían los vecinos malos, claro.

La verdad es que esta leyenda parece no tener más sentido que el de unir el nombre del pueblo a los pocos infantes que, a parte de los hijos de los reyes, parecen haber existido en la historia del reino de Castilla y León. Todo viene de una más que sencilla confusión, los Siete Infantes de Lara si son originarios de Salas, de Salas de los Infantes, en Burgos. Y los infantes de Carrión... pues aquí hay un poco más de miga, Los infantes de Carrión eran hijos de los condes del mismo lugar, en Palencia, pero el origen del linaje se remonta a la boda de una tal doña Cristina con Ordoño Ramirez, el ciego, hijo del rey Ramiro III. ¿Y quién era la madre de doña Cristina? Pues doña Velasca Ramirez, amante o esposa, según se diga, del rey Bermudo II de León. Y esta Velasca fue ni más, ni menos que la fundadora del monasterio de Cornellana, lugar que otra tradición también señala como refugio de los Infantes de Carrión. 

Como se ve las leyendas esconde una pequeña parte de verdad.

El palacio de Marcel

No teniendo suficiente con el palacio de Ablaneda, el de Soto de los Infantes, el de Salas y el de la Doriga, los del concejo tenían otro palacio más, este situado en Marcel (o San Marcelo), lugar situado en la ruta primitiva a Santiago. No hay que buscar este palacio porque ya no existe, pues se lo llevó por delante una riada del Narcea. En él gobernaba, ahora si, un señor de horca y cuchillo, que ante el casorio de uno de sus vasallos decidió ejercer su derecho de pernada. Los padres de la muchacha, ni la muchacha misma, ni el novio, se supone, estaban por la labor de permitir tan venerable costumbre, así que cubrieron a la moza de cucho (estiércol) y la vistieron con felpeyos (harapos) y viéndola de esta guisa el señor de horca y cuchillo decidió olvidarse de la pernada y permitió la boda sin más dilación.
 Lo que no queda claro aquí es como es posible que a un palacio se lo lleve por delante una riada del río Narcea, que está como a media legua de allí, un misterio que no he sido capaz de resolver.

La Doriga.

Ya se relato esta historia en este blog tiempo ha, Aquí en concreto. Pero para los más perezosos la repito. Los señores del palacio de La Doriga, a tiro de piedra de Cornellana, tenían una hija pequeña que se extravió en los bosques cercanos. Cuando los suyos la encontraron había permanecido a salvo gracias a una osa que la habría protegido y amamantado. Como esto fue considerado un hecho milagroso, se construyó en agradecimiento el monasterio de Cornellana y en él la Puerta de la Osa.Y aquí paz y después gloria.  
Mapa del concejo de Salas
El concejo de Salas

Sobre xanas y xentiles

Leyendas de palacios a parte, lo que abundan en Salas son las xanas y los xentiles, también llamados mouros. Hay que recordar una vez más que para los asturianos de la época, mouros no designaba específicamente a los seguidores de Mahoma, sino también a todos aquellos ajenos al credo cristiano, ya fuesen musulmanes, paganos u otras cosas... 
Aunque de los mouros no se conservan leyendas o historias de gran calado si que han quedado en Salas muestras de su presencia. Está la Cueva de los Xentiles (o de los Mouros) en Las Peñas, los castros de Alba y La Viña, construidos por los mouros y de los que se decía que siempre estaban en guerra uno contra el otro, el Fornu de los Mouros, donde se dice que se encuentra una ayalga escondida y para terminar está otra Cueva de los Mouros (o de los Xintiles, de nuevo) en Regueria Cavada, donde de nuevo nos encontramos con lo que parecen ser restos dejados por los romanos, pues Regueira Cavada sería algo así como el Reguero Escavado ¿otra canalización de la minería aurífera de los romanos?

En cuanto a las xanas nos encontramos en Salas el rio Xania y la braña de Sinxana. Y en el río Nonaya, en el conocido como Pozu Ondina se aparecía una xana en la Nueche de San Xuan y parece que decía "Xana, xaineta, dame tu riqueza, toma mi probeza" aunque parece más bien que aquí hay un poco de confusión y que serían los humanos los que deberían recitar esa formula para adueñarse de los tesoros de la xana. 

Pero no era aquella la única xana a la que le gustaba pasearse en la noche de San Xuan. En Fonte Xania a la xana del lugar le gustaba salir a pasear esa noche con sus muchas ayalgas y en una ocasión un rustico de los alrededores le arrebató un cáliz de plata. La xana echó a correr detrás del ladrón y éste solo pudo salvarse invocando a la virgen y prometiendo entregarle el cáliz. La xana desapareció al oír mentar a la Virgen y el rústico entrego la copa de plata a la iglesia de Biescas. Claro que en Perllunes, Santiago de Aguino y Santa María del Puerto cuentan lo mismo, pero como parece difícil que la xana perdiera tantas copas de plata es de suponer que alguna de las historias, o todas tal vez, sean falsas y fruto de la imaginación de los lugareños.

Otros seres del mundo Irracional

No se han visto Cuelebres o Pataricos por las tierras de Salas, pero si a la Güestia, aunque en Zorrina, la conocen como Güestia Caliera, sabrá Dios porqué.
En La Espina, si allí donde se reúnen siempre los representantes de los concejos para hermanarse, se habla de La Berrona, es decir La Llorona, una bruja que se lleva a los niños por las noches.
Y para terminar volvamos con un ilustre personaje, gran inquisidor, martillo de herejes, redactor del indice de libros prohibidos: Fernando de Valdés y Salas, que ya se ha pasado varias veces por este blog. El hombre era oriundo de estas tierras tan encantadas y llenas de prodigios y en una ocasión, cuando ya era Obispo de Oviedo, inició un pleito, a petición de los vecinos, contra una plaga de ratones que devoraban las cosechas. Los ratones, no faltaba más, contaron con abogado y procurador, pero debieron de hacer una defensa endeble, pues el ilustre Obispo y futuro Inquisidor, falló en su contra. Los ratones, eso si, abandonaron el concejo, tal y como dictaba la sentencia.

Ideas de aventura

  • Los Pjs acaban de llegar a la pequeña aldea de Ablaneda. Simplemente pasan por allí o tal vez se hayan perdido. Sin embargo los lugareños piensan que son un grupo de ayalgueros dispuestos a robar el oro que creen que se encuentra en el fondo del pozo Fullaricos. Y no están dispuestos a permitirlo.
  • Mientras se reposan en el hospicio de La Espina los Pjs empiezan a oír un llanto que, aunque lejano, es muy perturbador. Las monjas del hospicio empiezan a tapiar puertas y ventanas murmurando algo sobre La Berrona. Cuando todo está cerrado alguien golpea las puertas atrancadas: una familia de viajeros, con un bebe en brazos piden refugio. Los llantos se oyen cada vez más cerca.
  • El merino de Salas encarga a los Pjs que investiguen los rumores de dos bandas armadas que parecen guerrear entre ellas en la zona. Lo que nadie sabe es que son los Xentiles de La Viña y El Alba que guerrean entre ellos desde hace miles de años.

Bibliografía

  • www.amisalas.org, 
  • Asturias Legendaria: historias, Leyendas, gentes y seres mágicos de la mitología. Miguel Arrieta. TREA. 
  • Mitos y Leyendas Asturianas. Editorial Picu Urriellu. Alberto Álvarez Peña.

jueves, 11 de febrero de 2016

Salas: castillo, camino y monasterio.

Salas, puerta de Occidente

Que un lugar tan discreto y poco conocido se atribuya el nombre de Puerta de Occidente puede parecer como poco pretencioso, teniendo en cuenta que Salas, a vista de pájaro, está más cerca del fin de la tierra (Finisterre) que del principio de nada. Pero todo es cuestión de perspectiva y cuando se habla de Salas, puerta de Occidente nos referimos, como no, al Occidente asturiano, que para nuestros intereses no hay más importante ni relevante. Veamos porqué.

Entre dos Asturias

Como todas las puertas, y esto ya lo sabían los romanos con su dios de dos caras Jano, Salas es principio y fin  de dos lugares que se dan la mano en ella: las Asturias de Oviedo y las Asturias de Tineo. Hay que recordar una vez más que esta distinción, lejos de ser baladí, hace referencia a una realidad mucho más antigua de lo que se pueda pensar, pues los limites entre ambas Asturias las marcaron ya las tribus astures, estando los Lugones en la zona centro (Asturias de Oviedo) y los Pesicos en el Occidente (Asturias de Tineo).
Salas se encuentra justo en la confluencia de ambas, atravesada de parte a parte por el Camino Primitivo a Santiago y bañada al sur por el río Narcea que la separa de Belmonte de Miranda, siguiendo el curso río abajo se llega a la confluencia de éste con el Nalón, río arriba se adentra en la montaña asturiana, en este sentido también se sitúa Salas entre la Asturias del mar y la de la montaña.

Microcosmos

Además de ese Camino Primitivo que la atraviesa, en la historia medieval de Salas se dan cita casi todos los elementos que definen el periodo. Tenemos un monasterio de renombre e importancia, Cornellana; tenemos castillo, el de la propia Salas; tenemos puebla medieval, que nació alrededor del castillo; y tenemos familia noble del lugar, los Lamuño. Por supuesto son demasiados grupos de poder en un espacio tan pequeño, Salas se vio sacudida de lleno por los conflictos sociales típicos de la edad media; señores contra monasterios, poblas contra señores, monasterios contra poblas... y entre tantos dimes y diretes los peregrinos iban y venían por el camino después de haber visitado el Salvador en la Sancta Ovetensis.

Historia

Desde antiguo los humanos poblaron el paisaje de Salas. Y se quedaron, bajo tierra, en los túmulos de las Traviesas, en Terra Riba, en las Campa de San Juan, en Penausén... Luego vinieron los castros y más tarde aún los romanos, que plagaron el paisaje de minas de oro, canales y estanques, siendo el más famoso de estos el Pozu Ful.lerico, en otra entrada se dirá porqué.

Ahora bien, la Salas como tal empieza a formarse en los oscuros años de la Edad Media. A finales del reino de Asturias y principios del de León, se dan noticias de diversas donaciones que los nobles y príncipes locales hacen a la mitra ovetense. Llegamos así a 1024, año fundacional del monasterio de Cornellana, que cien años después sería cedido a los abades de Cluny.

Exactamente cien años después, en 1124, ya se habla del castillo y la torre de Salas. No se sabe mucho de él, muy posiblemente fuera una estructura muy primitiva, de madera total o parcialmente, pero contaba con foso y puente levadizo. Muy seguramente alrededor de este primitivo castillo empezara a desarrollarse lo que sería la villa Salas. Y cierta importancia debió de alcanzar en poco tiempo, pues en 1138 Alfonso VII, Imperator Totius Hispaniae, otorga las aldeas de Salas, Lamuño y los cotos de San Salvador y Linares a Fernando de Lamuño, formando el señorío de Salas y dando origen a la que a partir de entonces sería la familia dominante del lugar; los Lamuño. Tanto es así que mantendrían el título de Señores de Salas hasta el s. XIX
El castillo de Salas.
El castillo de Salas según Juan Pablo Moratiel.

Tuvieron que esperar los de Salas ciento cincuenta años más para tener su fuero y librarse de los señores. Lo consiguieron, como no, en época de Alfonso X, ese fundador de ciudades, que otorgó en 1277 la carta puebla al lugar organizándose por fin la villa y el concejo. Su nombre en origen era Salas de Nonaya, refiriéndose al río que atraviesa la villa y como muchas otras polas asturianas, Salas carecería de muralla.

Pero una vez fundada la pola empezaron los problemas con el otro gran poder del lugar. El monasterio de Cornellana. No hay muchos datos de estos conflictos, pero llama la atención que desde el mismo 1277 Salas ya este presente en las Hermandades de Concejos que comienzan a florecer para mejor defensa de los intereses comunes. Está primera Hermandad, que incluía a  Avilés, Pravia, Grado, Somiedo, Valdés, Tineo, Cangas del Narcea y Allande, se proclama en el alto de La Espina, puerto de montaña situado dentro del propio concejo. El pacto se repetiría en 1316, durante la minoría de edad de Alfonso XI, época turbulenta donde las haya en la que la única garantía de orden era la propia fuerza.

La villa perdió sus derechos con la llegada de los Trastámara, y paso en 1373 a ser parte del señorío de Alfonso Enriquez, ese hijo bastardo de Enrique de Trastámara que tantos quebraderos de cabeza daría a sus parientes. Pero por fortuna para nuestra villa protagonista, este comportamiento tan díscolo por parte de su señor hizo que se restituyeran sus fueros en 1382, tan solo nueve años después de haberle sudo arrebatados.

Ya ha finales de la edad media, en pleno reinado de los Reyes Católicos, Salas y otros cuatro concejos limítrofes (Grado, Pravia, Valdés y Miranda) se hermanan de nuevo y pasan a integrar un solo asiento en la Junta General del Principado.

Y si parece que los Lamuño, el monasterio y la puebla de Salas fueran ya suficientes focos de poder en un espacio tan pequeño, todavía falta hablar del otro linaje de la zona; los Doriga, que asentaban sus reales en la localidad homónima, y se refugiaban también en una poderosa torre, a apenas unas leguas de Cornellana. Pero los Doriga se llevaban bastante bien con la villa de Salas, tanto es así que en 1378 Garci Fernández de la Doriga represento a Salas es la Junta General que se reunía para poner enfrentarse a Alfonso Enriquez. Los de la Doriga prosperaron tanto que entre los siglos XV y XVI adosaron un palacio a su vieja torre, suplantaron a los Lamuño como familia más significada de la zona y siguieron representando a Salas en la Junta del Principado.

La última familia que nombraré serán los Salas, otra distinguida familia que andado el tiempo emparento con los Valdés y tuvo como su más insigne hijo a Fernando de Valdés de Salas, el gran Inquisidor. Los Valdés-Salas se hicieron con el señorío de la fortaleza de la villa, que aún a día de hoy lleva su nombre.

Por último reseñar que como el concejo se encuentra atravesado por el camino de Santiago son tres los hospitales que socorren a los peregrinos en su caminar por el concejo, uno en el monasterio, otro en la villa y el último en La Espina, aunque este último dependía de la Mitra de Santiago.

Ideas de aventuras


  • Un grupo de Pjs se dirigen a Salas durante su día de mercado. A la altura de Cornellana un grupo de hombres armados hasta los dientes y comandados por un monje les exigen un tributo para poder seguir. ¿Aceptan los Pjs a pagar el tributo o se resisten armas en mano?
  • Los Pjs están peregrinando a Santiago y esperan alcanzar el hospital de peregrinos de La Espina antes del anochecer. Sin embargo cuando por fin llegan al refugio descubren que está completamente abandonado, con platos sobre las mesas, fuegos todavía encendidos, y vasos a medio beber. ¿Que ha ocurrido con todos los que allí estaban?
  • Tras las guerras contra Alfonso Enriquez los Pjs disfrutan de un merecido descanso en la pola de Salas. Pero una noticia inquietante viene a turbarles, un antiguo vasallo de don Alfonso al que creían muerto se dirige de vuelta a la puebla, hay quién dice que para vengarse de los Pjs por pasadas ofensas. Nadie en Salas parece apoyar a los Pjs, están solos ante el peligro.

Post Scriptum

Por supuesto el castillo de Salas, con su palacio del s.XVI y su colegiata son lo que más destaca a primera vista de la villa. Pese a todo he decidido no hablar de ellos, castillo a parte, porque se escapaban del arco temporal de Aquelarre y no quería alargar demasiado el post. Baste decir que en la colegiata está enterrado el Inquisidor General Fernando de Valdés-Salas, fundador de la universidad de Oviedo, azote de herejes e incrédulo de Brujas. 
En el pequeño espacio que ocupa el concejo de Salas se localizan dos torres en buen estado de conservación (la de Valdés-Salas y la de la Doriga), un monasterio a punto de cumplir mil años, varios hospitales de peregrinos e iglesias que se remontan al reino de Asturias. Solo por eso ya merecía la pena el post.
Pero los que seáis habituales de este blog os habréis dado cuenta de que no está incluida en el post la habitual sección de mitos y leyendas. Esto no se debe a que en Salas no haya nada que contar al respecto. Al contrario, es tanta y tan abundante la fauna mitológica y legendaria en el concejo que se merece un post aparte, que espero tener listo en breve y en el que incluiré el mapa del concejo con todos sus puntos de interés. No os lo perdáis. 

Bibliografia


  • www.ayto-salas.es/historia
  • www.castillosdelolvido.com
  • es.wikipedia.org/wiki/Salas#Edad_Media

jueves, 21 de enero de 2016

Covadonga, el principio de todo.

Covadonga, la cueva de la señora


¿Que hace que un lugar sea sagrado y otro no? ¿Qué es lo que vieron los antiguos astures, o los que habitaban en lo que después sería Asturias antes que ellos, para determinar en cuál de las cuevas vivía su diosa y cual no? ¿Simple casualidad?¿La espectacularidad del paisaje?Las apariciones celestiales? Imposible saberlo.

Vayamos por el principio, el principio de todo.

En el principio

Acabada la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio Augusto, este último decidió que sería de muy mal gusto celebrar un triunfo tras luchar contra compatriotas romanos, muchos de los quirites tendrían parientes que habrían muerto luchando en el bando perdedor y no verían con buenos ojos el festejo. Hábilmente Augusto decidió montarse una espléndida guerrita en una esquina de su imperio para, una vez derrotado el enemigo, poder festejar un triunfo digno de su persona. Casualidades del destino esa esquina estaba en el norte de Hispania. Apretado contra la costa norte de la península, estaba el irredento territorio de los cántabros y los astures, tribus barbaras, algo celtas, muy belicosas ellas y muy amigas de saquear las poblaciones de la meseta, ya sometidas a Roma, de vez en cuando.
 Estas guerras cántabras se alargaron por más de diez años y al final Augusto cedió el triunfo a su general Agripa, pero éste avergonzado por celebrar lo que se había convertido en una guerra larga y sangrienta rechazo celebrarlo. Con lo cual las tribus de cántabros y astures fueron conquistadas un poco para nada. Bueno, ahí estaban esas minas de oro en la tierra de los Pesicos, algo es algo.

¿Y qué tiene que ver la conquista romana con la Virgen de Covadonga? Pues veremos, por ahora quedemos solo con un dato, el historiador romano Floro dice que los cántabros se refugian en un lugar llamado Mons Vindius porque creían que antes llegarían a él las olas del mar que las legiones de Roma. Se equivocaron, pero en fin.

Los caldeos


Alfonso III el Magno
Alfonso III el Magno
Saltemos setecientos y pico años en el tiempo. Hasta el 722 dC aproximadamente. Un grupo de astures comandados por un antiguo espatario del rey Rodrigo se sublevan contra el recién establecido poder musulmán. ¿Y dónde se refugian? De nuevo en un monte, el monte Auseva, en una cueva, donde dicen contar con la protección de la Santa Virgen, porque esa es su cueva, la Cueva de la Señora. Cova Dominica. Covadonga. Cuentan las leyendas que Pelayo ya había estado en la cueva, llego persiguiendo a un bandido al que encontró postrado frente a una crucecita. Apunto de acabar con el bandido, su mano fue detenida por un oportuno ermitaño quien le profetizo que en su día el mismo necesitaría el refugio de la cueva y de quien allí moraba y Pelayo, impresionado, perdono la vida al malhechor. Hizo bien. Cuando se entabló batalla con los árabes, sus hombres, que se habían alimentado de la miel de los panales escondidos en la roca, recibieron ayuda divina. Las flechas que los caldeos les lanzaban se volvían contra ellos.
Claro que esta versión de la batalla nos llega a través de unas crónicas muy posteriores. Del reinado de Alfonso III, en pleno siglo X, con lo no está garantizada su veracidad. A todas luces las cifras de cientos de miles de caldeos (esto es, los musulmanes) que se dice perecieron en la batalla son una exageración, y por eso hay quien afirma que fue más bien una escaramuza, que no existió ni siquiera, o que en realidad lo que hubo fue una lucha de voluntades entre un ermitaño llamado Pelayo y un tentador obispo Oppas, en este caso los moros no serían musulmanes sino unos seres pre-humanos o pre-cristianos que representaban el caos primordial.
No está mal.
Para terminar con Pelayo decir que el poema de Fernán González (s.XIII) nos dice que se el antiguo espatario se encontraba escondido en una cueva hambriento y lacerado. Un ángel dice a los godos huidos del invasor musulmán  que lo busquen para que los lidere.

Auseva o Vindius

Pero ¿es Covadonga y el monte Auseva lo mismo que el Mons Vindius? Imposible saberlo,
Pelayo, rey de Asturias
La visión de Juan Pablo Moratiel
del rey Pelayo
hay quien dice que lo segundo hace referencia a todos los Picos de Europa, pero hay otros que dicen que de la misma manera que Pelayo y los suyos se refugiaron en Covadonga porque allí sería defendidos por los místicos poderes de la Virgen, los cántabros del 20 aC se refugiaron exactamente en el mismo sitio porque allí serían defendidos por los poderes de su diosa, La Señora de la Cueva.
Hay que tener en cuenta que el entorno, si impresionante en nuestros días, aún lo era más en la brumosa Alta Edad Media. Bosques profundos, infranqueables montañas, una cueva escavada de manera imposible, un río que brotaba de los pies de la misma (por cierto, el río Deva, nombre que significa diosa), un escenario épico como pocos para derrotar al invasor.
 Y es que los alrededores de Covadonga parecen haber tenido siempre, y hablamos de miles de años, un carácter sagrado. Rodeando el lugar se encuentran los dólmenes de Abamia, Mía y la Santa Cruz, sobre los Pelayo y Favila construyen las primeras iglesias cristianas del territorio astur. La antigüedad de esos dólmenes, así como las pinturas rupestres de la cercana cueva del Buxu (¿el bruxo?) nos hablan de una sacralización de la montaña que viene desde tiempo inmemorial.

Más leyendas

Y no es la única pista que nos da el folclore. En la leyenda de las Virgenes de Colunga, nos encontramos con tres vírgenes que se alejan del mar, una de ellas decide ni oírla, ni combatirla y se instala en una cueva entre las montañas. Sí, en Covadonga, La leyenda de la Virgen y las cuevas del mar nos vuelve a hablar de una Virgen que huye del océano portando un bulto de luz, desde donde la persiguen unos "moros", de nuevo símbolos del caos primigenio, representado aquí por el mar cambiante. Todas estos detalles, la cueva, el mar como el caos, los moros en lugares insólitos, el bulto de luz, nos hablan de una simbología muy anterior al cristianismo, que ha sido recogida poco a poco y transformada hasta dar lugar a la Covadonga que conocemos hoy día. La Señora de la Cueva. La diosa de los asturianos.

Ideas de Aventuras

  • Una figura fantasmagórica se deja ver por las noches en la Santa Cueva, los monjes del cercano cenobio buscan ayuda asustados. Hay quienes dicen que es la misma Virgen que vuelve a castigar a los pecadores, otros opinan que es el demonio que busca desacralizar la prueba, los menos hablan de una xana que camina enroscada en una serpiente...
  • Un peligroso asesino perseguido por los Pjs ha buscado refugio en la Santa Cueva. Los monjes impiden el paso a los jugadores aduciendo que es un lugar sagrado de Santuario, pero los jugadores saben que el asesino solo pretende ganar tiempo. ¿Respetarán el santuario o cometerán un sacrilegio para capturar a un peligroso criminal?
  • Una mujer solitaria pide a los Pjs que la escolten hasta el Santuario de Covadonga. A punto de llegar les dice que la mar no es cuestión de oírla, ni combatirla, y luego desaparece misteriosamente. ¿Quién es este fantasma que se les ha aparecido? ¿Por qué a ellos? ¿Cuales son sus intenciones?

Bibliografía:


  • Geografía Sagrada De Asturias. 2003. Juan Luis Rodríguez-Vigil RubioRamón Rodríguez Álvarez.
  • ASTURIAS LEGENDARIA: HISTORIAS, LEYENDAS, GENTES Y SERES MAGICOS DE LA MITOLOGIA, MIGUEL ARRIETA , TREA, 2005
  • Las fiestas asturianas, nuevas formas y viejos ritos. Ed. Picu Urriellu. David M. Rivas.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Tres castillos asturianos.

castillos asturianos, Alfonso III el Magno
Alfonso III, el constructor de castillos.
A día de hoy podría parecer que en Asturias eso de los castillos no se estilaba demasiado. La verdad es que comparadas con las formidables fortalezas que se encuentran por toda la piel de toro, especialmente en tierras de frontera entre los diversos reinos, las escasas torres y restos de murallas que se pueden contemplar en el solar astur son bastante deslucidas y pueden llevar a pensar que en las Asturias de Oviedo el arte de la fortificación brillaba por su ausencia, que ya de por si protegen bastante e impiden el paso las formidables barreras naturales que forman las montañas de los Picos que llaman de Europa.

Pero en Asturias si que hubo castillos, más de trescientos registrados, incluyendo aquí torres de vigilancia y de señorío, que si bien no eran tan grandes como, por ejemplo, el de Ponferrada o el de Gormaz, si que fueron recios y poderosos y vivieron guerras y asedios y leyendas, como toda
fortaleza medieval que se precie.

De entre todos esos castillos y torres tres merecen ser destacados por su antigüedad e importancia; el castillo de Tudela, el de Gauzón y el de San Martín. Los tres tienen su origen en un castro mucho más antiguo que el castillo propiamente dicho, los tres protegían puntos vitales del reino de Asturias (Oviedo, la ría de Avilés y la ría del Nalón) y los tres fueron levantados en el reinado de Alfonso III el Magno.

El castillo de Tudela es el único de los tres que se encuentra al interior. Alfonso III lo mando construir sobre un emplazamiento castreño anterior con el fin de proteger Oviedo desde el sur, colocandose el castillo en lo alto de una colina que controla el vital camino que unía la ciudad con la meseta leonesa, así como el curso del río Nalón, y que a día de hoy conserva el nombre de Picu Castiellu.
El castillo tenía un triple torreón y un doble foso y parece que también una triple muralla rodeandolo. Todo ello sobre una planta de forma ovalada. Se le considera el más grande de los castillos asturianos.
A caballo de los siglos XIII y XIV el castillo pertenecía al obispado de Oviedo que lo tenía arrendado a una familia de caballeros-ladrones que se dedicaban a saquear a los mercaderes que transitaban por esa ruta. Una minucia en realidad, porque pocos años después entregaría el castillo al que era por entonces el enemigo número uno de las villas y ciudades asturianas, Gonzalo Peláez de Coalla. En realidad todo esto no se debía a que el obispo se hubiese vuelto un ser malvado y despreciable, sino que, como se ha visto aquí, el prelado estaba inmerso en una contienda de larga duración contra la propia ciudad de Oviedo, que se las daba y se las traía para mantener la independencia con respecto al obispo de marras.
En esos años estuvo el castillo a punto de ser destruido por Rodrigo Álvarez de las Asturias, que había acudido a la región a poner un poco de orden. Pero antes de perder el preciado castillo el obispo prefirió rendirse y la fortaleza se mantuvo unos cuantos años más. 
Pero Tudela era un castillo muy recio y muy estratégico y no tardo en caer en manos de otro perturbador de la paz; Alfonso Enriquez se hizo con él durante las revueltas contra su hermanastro Juan I, que no tuvo tantas contemplaciones como don Rodrigo y  mandó destruirlo en 1383 en una de esas guerras que mantuvo con su hermano bastardo, los castillos se estaban convirtiendo en refugios de ladrones y eso no podía ser. Un rey construyó el castillo y otro lo hizo destruir.  
Sobre las leyendas del castillo ya se ha hablado de ellas aquí, así que no me repito al respecto.

El Castillo de Gauzón fue durante siglos uno de los más misteriosos de todo el panorama asturiano. Se sabía de su existencia y de su importancia. Y se daba por hecho que el concejo de Gozón recibía su nombre de él. Incluso se sabía que la Cruz de la Victoria había sido tallada (o al menos recubierta de oro y pedrería) entre sus muros, y se sabía porque la propia cruz lo dice en un grabado. Se sabía también que había pertenecido a la Orden de Santiago, más que nada para evitar que algún magnate del lugar, de esos a los que les gustaba tanto sublevarse se apoderara de él y aprovechara para rebelarse un poco.
Lo que no se sabía es donde estaba. No había ni rastro.
El misterio se resolvió a principios de este nuestro siglo XXI, cuando se descubrieron los restos arqueológicos del castillo en lo alto del Peñón de Raíces, mole pétrea que se alza a apenas una legua de Avilés, y está equidistante de la ría y del mar Cantábrico. Un pequeño riachuelo, también llamado Raíces, le hacía las veces de foso. Y la fortaleza no era pequeña. Se venía utilizando desde antiguo, desde el s.VII como poco, en pleno reino de los visigodos, y los reyes de Asturias la usaron sin interrupción, adaptando y mejorando sus defensas, hasta que en el reino de Alfonso III el Magno se realizó la más importante de las remodelaciones. El último rey de Asturias quiso reproducir en su interior la estructura de sus palacios y doto al castillo con una residencia real, que incluía una gran chimenea en el centro de la sala, unos baños con estanque de ladrillos, una iglesia consagrada al Salvador, una entrada reforzada en forma de U y una torre al lado de ésta para protegerla. El castillo se organizaba en terrazas, siendo la la más alta para uso regio, con las estructuras que acabo de describir, y la más baja para los servidores y trabajadores del castillo. Una fortaleza impresionante como corresponde a un rey tan importante como el último de los Alfonsos de Asturias.
Con el abandono de la corte de Oviedo y su traslado a León, el castillo paso a ser refugio de los condes que representaban la autoridad real. La amenaza de vikingos y piratas musulmanes seguía vigente y la fortaleza estaba en su esplendor, pero no siempre sirvió a su cometido de defender el reino. Durante la revuelta del conde Gonzalo Suarez, en 1132, el castillo estaba en manos del rebelde, pero las tropas reales lograron hacerse con él rápidamente. A partir de entonces el castillo paso a estar a manos de tenentes del rey. El último de éstos gobernó en el castillo casi ininterrumpidamente desde el 1200 al 1222. Se trata de García González de Candamo, quién en 1222 se convirtió en Maestre de la Orden de Santiago. A partir de entonces el castillo pasaría a manos de los santiaguistas que gobiernan el castillo a base de encomiendas a caballeros de la zona. El último de las encomenderos del castillo de Gauzón será un hijo bastardo del rey Alfonso XI: Enrique de Trastámara.
Heráldica de la familia Alas
El Escudo de Armas de los Alas, Martín Pelaez
en el castillo de Gauzón.
Y poco más se sabe del castillo. Es evidente que fue destruido en algún momento del s.XIV, en el que paso a usarse como recinto para guardar el ganado, y teniendo en cuenta la turbulenta historia de don Enrique de Trastámara, bien pudiera ser que fuese destruido durante una de sus revueltas contra Pedro I. No hay que olvidar que el bastardo de Alfonso XI trató de conquistar la cercana villa de Avilés y solo fracaso gracias a la llegada del ejercito real. ¿Fue el castillo destruido en esos días? Imposible saberlo. La historia se acaba de Gauzón parece acabarse aquí.
Pero el castillo había entrado en la leyenda del reino de Asturias. Se habla del rey Paene, que dicen que levantó una mezquita en lo alto del peñón, de unas terribles mazmorras bajo el castillo, de un tesoro enterrado, de seis figuras de oro... 
Su prestigio es tal que los Alas, familia de lustre avilesino, gustaba de remontar sus orígenes a los propietarios del castillo. Contaban que el primero de su linaje, un tal Martín Pelaez, recibió el apellido Alas porque mientras defendía el castillo del asedio de los moros, un ángel descendió del cielo para ayudarle y gracias a él y a su valentía fueron los infieles rechazados y el tal Martín recompensado por don Pelayo con el derecho a lucir unas alas en su escudo. 


Castillo de San Martín. De origen también castreño, enclavado en el territorio de los astures pesícos, alojó posteriormente una torre de vigilancia romana, con lo que pudiera estar relacionado en origen con las numerosas minas de oro que horadaban el occidente asturiano en aquellos días. De nuevo fue el último de los reyes asturianos quién reaprovechó una antigua fortificación para levantar otra más moderna. De nuevo la amenaza de  los normandos marcaba su decisión de fortificar la costa. 
Y es que el castillo de San Martín protege la entrada a la ría del más importante de los ríos asturianos, el Nalón, que no es navegable, ni mucho menos, en su totalidad, pero que si permite remontar su cauce por lo menos hasta Pravia, la capital del rey Silo. La fortaleza está enclavada en una peninsulita rodeada en tres de sus lados por el mar, permaneciendo unida a tierra solo por su cara Sur. La situación del castillo era tan estratégica que permanecía en manos del rey de León, quién otorgaba la tenencia habitualmente a caballeros del concejo de Pravia, otorgándoles para sustento las tierras de realengo de Ranón, que dependían del castillo.
Gonzalo Pelaez se hizo con ella durante su revuelta contra Alfonso VII, pero no tardó el rey en recuperarla y de nuevo en sus manos la entregó a su lugarteniente Suero Vistraito. Alfonso Enriquez, otro rebelde de lustre, también se adueño de la fortaleza y se la entregó en tenencia a su hijo natural (o sea bastardo) llamado Fernando. Las tropas reales sitiaron el castillo y solo lograron cercarlo por hambre, pero los defensores se acogieron a la clemencia del rey y ésta les fue concedida. En el s. XV, con Asturias bajo el yugo de los Quiñones, será en este castillo en el que los tres capitanes enviados por el Príncipe de Asturias, a la sazón el futuro Enrique IV, se reúnan y resguarden para comunicar a su señor que solo con un firme apoyo por su parte se podría arrebatar la tierra asturiana de manos de los opresores. Los leoneses por su parte intentaron apoderarse de la fortaleza y la sometieron a un poderoso asedio, pero los alcaldes de la fortaleza, don Gonzalo Cuervo de Arango y don Juan Sánchez de Calienes, naturales de Pravia, supieron resistir los envites y el castillo permaneció en manos de los realistas.
Al contrario que las otras dos fortalezas tratadas en el artículo, el castillo de San Martín sobrevivió a la edad media, reformándose a finales del s. XV (el corregidor de los Reyes Católicos aportó 120000 maravedíes para reformar este castillo y el de Oviedo). Contaba con torre del homenaje de cuatro plantas, otra torre más pequeña, casa que habitaba el alcaide, foso, barbacana con tres puertas, la más grande conocida como la del Rastrillo y la iglesia o capilla de San Martín, que parece haber sido construida por Alfonso III a la vez que el propio castillo. La cerca del castillo llegaba hasta la misma orilla del Nalón y puede que tuviera una poterna que diera a la misma ría, pues los barcos que entraban en ella encontraban refugio junto a la fortaleza. El castillo protegía a su vez, y muy seguramente cobraba peaje, la barcaza que cruzaba el río, pues de aquella los puentes brillaban por su ausencia. Al igual que el castillo de Gauzón dió nombre al territorio cercano (el concejo de Gozón), el castillo y su barcaza para cruzar el río hicieron lo propio con Soto del Barco, el concejo en el que se enclava.
Al menos hasta el s.XVIII mantuvo en su interior una guarnición militar.

Ideas de aventuras:

  • Los Pjs se encuentran de guardia en la torre del castillo de San Martín una oscura noche de verano, cuando ven aparecer sobre las aguas una pavorosa imagen. Un extraño barco con mascarón en forma de dragón, de vela cuadrada e impulsado por numerosos remos se adentra en la ría emitiendo un fantasmagórico fulgor. 
  • Un vecino de los valles del Nalón les ha vendido el mapa de una "ayalgua" a los Pjs. Parece que se encuentra enterrada en las ruinas del castillo de Tudela, a tres pasos mirando hacía el sol a eso de las tres de la tarde. Lo que pasa es que ese misterioso tesoro es el relicario del monasterio de Valdedios y está siendo buscado sin tregua por los encomenderos del mismo. Y mira tú que los Pjs van a estar en el lugar equivocado, en el momento inoportuno.
  • Un caballero ladrón más cruel y avaricioso de lo habitual se ha refugiado en el castillo de Gauzon. Las localidades cercanas han pedido ayuda a la villa de Avilés que, apurada en otros menesteres, solo puede prestar ayuda en forma de un pequeño grupo de audaces aventureros. 
Bibliografía:
  • Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias. Padre Carvallo. 
  • http://leyendesasturianes.blogspot.com.es/
  • "El castillo de Gauzon. Un viaje por la edad media" Díptico del Ayuntamiento de Castrillón. 
  • "El castillo de Gauzón (Castrillón, Asturias). Campañas de 2007-2009. El proceso de feudalización entre la Antigüedad Tardía y la Edad Media a través de una fortaleza." Iván Muñiz López y Alejandro García Álvarez-Busto

lunes, 9 de marzo de 2015

Luarca y Valdés, más acá del río Negro. Parte II

Cuentan que Areste, hijo del rey Duarte de Inglaterra tuvo a bien venir a ayudar al rey Pelayo en su lucha contra los moros. Durante uno de los combates cayó Areste  a un río cercano y comenzó a gritar, "¡Valés, valés!" sin que se sepa muy bien porqué, pero era extranjero y se le permitían estas cosas. Los suyos lograron rescatarlo río abajo y desde entonces se le llamó Valés, que con los años derivó en Valdés, que fue el nombre que adquirieron las tierras que don Pelayo entregó a Areste en reconocimiento de su ayuda. Con lo que Areste se convirtió en origen del concejo y de la Casa de Valdés.

Claro, que no todos tienen por cierta esa historia. Hay quién dice que Valdés se llama así por el río que corre "serpiando" por entre las colinas en forma de "S", labrando lo que sería el valle del Esse, que apocopado se convirtió en Valdés.

Lo cierto es que Valdés es el nombre que reciben las tierras que atraviesan los ríos Esva y Negro, que pertenecían desde antiguo a las Asturias de Tineo, que era territorio de los Pesicos, que los romanos las organizaron para mejor explotar el oro de sus minas, y que está plagado de antiguos castros de los astures. 

Desde muy temprano despuntó la villa de Luarca como cabecera de estas tierras, lo que no deja de tener su sorna pues la tierra del valle del Esva se organiza desde una villa que está en el valle del río Negro. Pero no era la villa el único lugar de renombre de por aquí. También está Cadavedo, pequeño puerto ballenero, Villademoros, solar nobiliario, Trevías, ésta si a orillas del Esva y como no Silvamayor, braña vaqueira.

De Cadavedo poco más hay que decir, que fue un puerto ballenero, de los pocos que la escarpada costa dejaba construir, muy pequeño y eclipsado por la boyante Luarca. 

El Concejo de Valdés con los lugares aquí referidos
Villademoros, muy cerca del anterior, a dos tiros de arcabuz de la costa, tiene más historia. Hay una potente torre levantada en el turbulento s. XIV, pero algunos dicen que esa torre es nueva y que los romanos ya tenían allí una mucho más antigua. Quizás por eso se llama Villademoros, porque los asturianos tendían a llamar moros a los paganos, no bautizados, como los que según ellos vivirían en el Cerco de los Moros, castro cercano a Paredes. La torre, decía, tiene foso, contrafoso y empalizada, y se entra por el segundo piso, al que se accede por una escalera de madera. En tiempos del rey Pelayo era el señor de la torre otro Pelayo, menos famoso, cabeza del linaje de los Valthos o Valdés (adiós a la historia de Areste), el cual junto cuatrocientos hombres de estas tierras y acudió en ayuda del caudillo astur. A la altura de Cornellana se encontró con tres mil moros que huían del héroe y, como quién no quiere la cosa, acabo con ellos. Los reyes asturianos consolidaron la torre de Villademoros, que fue destruida por los normandos en el reinado de Ramiro I, pero fue reconstruida en el s. X y reforzada a partir del XIII. Y aún otros dicen que en tiempos del rey Mauregato el tenedor de la torre era Diego Pelaez, nieto de Valthos, se mantuvo fiel al rey Alfonso el Casto (que de aquella no era ni rey, ni casto) y tuvo que huir a Galicia. Cuando volvió se encontró su casa habitada por moros, que raptaban doncellas a lo largo y ancho de aquellas tierras. Diego Pelaez retó al capitán de los moros, el cual se rindió sin pelear con el viril propietario del solar, le entregó las doncellas y se dio como prisionero. Por eso los del linaje de Villademoros pintan en su escudo un moro encadenado.

De Trevías sabemos, o creemos saber, que el nombre le viene de tres caminos que confluían en este mismo lugar, posiblemente caminos de origen romano, que hubieron de ver mucho oro y muchos mineros en sus días de gloria. En el año 1000 se fundó aquí un pequeño convento de monjas benedictinas, que en su dotación fundacional contaba con una pequeña astilla de la Veracruz, así como muchas otras reliquias de santos de renombre. Era un convento bajo la protección de San Miguel Arcangel, pero esto no debía de bastar como defensa esta advocación, porque en 1144 se coloca bajo el señorío del monasterio de San Vicente de Oviedo.

Y es que los monasterios, desde antiguo, fueron muy poderosos en la tierra de Valdés, tanto los cercanos de Cornellana y Corias, como los más lejanos de Oviedo, todos ellos poseedores de extensas propiedades en el concejo. Pero estas posesiones monacales no trajeron la paz a la tierra, al contrario, la anarquía, los robos y las violencias dieron lugar a la fundación de la villa de Luarca, protegida por fuero por el rey Alfonso X, para que sus fieles vasallos pudieran defenderse de las tropelías a las que eran sometidos por los malos y robadores caballeros. Y eso tampoco trajo mucha paz y ni siquiera duró para siempre, pues Valdés fue entregado a Alfonso Enriquez por su padre, lo que como hemos visto no fue precisamente garantía de paz y properidad.

A parte de los de Villademoros y los Valdés, estaban en la tierra los Abellos, esforzado linaje que pintaban en su escudo un truebano (o sea, una colmena) con abejas en campo verde y en la otra partición un castaño florido. La ensaña se origina por un oso que se había dedicado a destrozar truebanos a lo largo de toda la comarca y que uno de los Abellos había dado muerte muy esforzadamente.

Pero se nos había quedado un lugar en el tintero. Silvamayor, que sería braña vaqueira andado el tiempo, pues los vaqueiros no se distinguen hasta pasado el s.XV. Llegaría a ser la más grande de todas las brañas vaqueiras y en ella tuvieron lugar hechos extraños, muy extraños

Y no fueron esos las únicas cosas extraordinarias que acontecieron por aquí.

Hay quien asegura que en las noches de tormenta los omes-marinos salen de la "mare de L.luarca" y queman los pajares, matan el ganado y violan a las mujeres con su enorme pene. 

A lo largo del río Negro se teme y se conoce al Pesadiellu, que se esconde en las sombras para traer la desgracia. 

Las xanas dan nombre a la braña de Sinxania, pero nadie se acuerda porqué.   

Pero la más escalofriante de todas las cosas que se cuentan por aquí acontenció en la misma villa de Luarca. Hubo unos años en los que los vecinos de la villa, grandes y pequeños, varones y mujeres, comenzaron a desaparecer misteriosamente. Todos estaban aterrados y acudían a la Ermita de la Virgen Blanca, que se alzaba en lo alto de la Atalaya, pidiendole ayuda y protección para sus fieles. Y violes la Virgen tan desesperados que les habló, diciendoles que el origen de sus desdichas estaba en una cueva escavada por el mar bajo la misma ermita. Bajaron los luarqueses a la cueva llevando consigo la imagen de la Virgen para mejor protegerse y se encontraron con un escena dantesca. En la susodicha cueva se amontonaban los restos despedazados de sus convecinos. Piernas, brazos, manos, troncos y demás, todo ello apestando y cubierto de sangre. Y en el fondo de la cueva estaba ella. Una vieja horrible con un solo y largo colmillo que se escapaba de entre sus labios. La Guaxa, la vampira asturiana, causante de todo mal. Los luarqueses acabaron con ella entre horribles gritos y chillidos y no fue poca la ayuda que les otorgó la Virgen, pues la Guaxa estuvo muy debilitada por la presencia de la Santísima en su cueva.

Post scriptum: con esto quedaría completa la descripción de Valdés y Luarca. Me he permitido algunas licencias como es habitual, la historia de la Guaxa se suele situar en el siglo XVII, más que nada por la referencia que se hace en ella de la Virgen Blanca, que es una talla que según la leyenda por mar a Luarca en los días de la reforma protestante, algunos dicen que arrojada al mar por unos ingleses descreídos. Curiosamente la talla sería encontrada en la misma cueva en la que se refugiaba la vampira. 
Respecto a Silvamayor y los vaqueiros, es difícil no nombrar a estos últimos cuando se habla de Valdés, el concejo pose el mayor número de brañas vaqueiras (58 en la actualidad) y su población vaqueira era y es la más numerosa de toda Asturias. También es el lugar en el que se conserva mayor número de documentos sobre pleitos entre vaqueiros y autoridades. Pero en realidad la razón de que nombre Silvamayor aquí es más simple: es la braña en la que nació mi abuela. 
Algún día escribiré una entrada sobre la vaqueirada. 

Biografía: Tirso de Avilés. Armas y Linajes de Asturias y Antigüedades del Principado. www.torrevillademoros.com/index.php/es/historia. Mitología Asturiana, Alberto Álvarez Peña, Ed. Picu Urriellu. 50 lugares mágicos de Asturias. David Madrazo. Ed. Cydonia. Linajes Asturianos. Luis Alfonso de Carballo. (Evaristo Casariego, "Tierra de Tineo")

viernes, 20 de febrero de 2015

Luarca y Valdés, más acá del río Negro. Parte I

Cuenta la leyenda que los habitantes de una pequeña aldea costera, que se levantaba a ambos lados de un serpenteante río, se vieron sorprendidos una buena mañana por una portentosa embarcación que había aparecido frente a sus costas. El navío, que empequeñecía las embarcaciones con las que los locales se dedicaban a la pesca y caza de ballenas, se acercó hasta el puerto local y una vez allí desembarcó de él un curioso personaje ataviado a la moruna que pidió cortesmente a los lugareños congregados a su alrededor, que le trajeran al sacerdote de la aldea para poder cambiar con él unas palabras. No tardó el cura en aparecer, bien seguramente ya se acercaba de motu propio para adivinar a que venía tanto escándalo, y pudo hablar brevemente con el misterioso desconocido, quién hizo unas señales a los suyos, los cuales desembarcaron a la vista de todos un esplendoroso arca. Apenas lo hicieron volvieron los moros a su embarcación y tan rápidamente como había llegado, se fueron sin dejar ni rastro. Pero si los locales pensaban que se habían acabado aquí los prodigios, se equivocaban, apenas se había alejado de la vista la misteriosa embarcación cuando un terrible aullido rompió el silencio reverencial de los congregados y una enorme manada de lobos, liderados por una bestia de tamaño pavoroso, se abrió paso entre la multitud, que ya se alejaba convenientemente de la cercanía de tan peligrosas bestias, y rodeó el arca depositada en el suelo. Ante asombro de todos las bestias se arrodillaron y humillaron alrededor del arca, dando fe del increíble poder que albergaba en su interior. Desde entonces el lugar se conoció como el Lobo del Arca, que apocopándose se transformó en Luarca (L.luarca en llingüa asturiana), capital del concejo de Valdés. 

 La leyenda se extiende un poco más y nos advierte que las reliquias del arca son las mismas que se guardaron después en la Cámara Santa de la catedral de San Salvador de Oviedo, pero es bien sabido por todos que esas reliquias llegaron a Asturias desde la corte de Toledo a través del Monsacro y por lo tanto esto puede no ser más que una leyenda con afán de conseguir un poco más de lustre. Cosa tonta porque a Luarca no le hace falta mentir para presumir de importancia fue un lugar destacado en los siglos medievales y no es la del arca y los lobos la única leyenda que se cuenta sobre tan insigne villa.

El beso antes de morir del pirata Cambaral y su amada.
Por Nestor Gonzalez
Es bien sabido que hasta la reconquista de Lisboa, allá por el 1147, la ciudad portuguesa era un nido
de piratas almorávides que gustaban de saquear las costas atlánticas y cantábricas que estaban en poder de los cristianos. En una de esas expediciones de saqueo, se acercaron  a las costas de Luarca, y se lanzaron sin piedad sobre una indefensa flotilla de pescadores que faenaban cerca de allí. Cual no sería la sorpresa de los mahometanos cuando los indefensos pescadores se revelaron como fieros guerreros bien pertrechados que cayeron sobre ellos con imparable ferocidad. Los piratas moros habían caído en una emboscada y la mayoría de ellos lo pagaron con su vida. Todos menos uno. Un apuesto moro de la morería, señor del mar, cruel en extremo y famoso por su ingenio que respondía al nombre de Cambaral, fue capturado por los luarqueses y encadenado en las mazmorras de la Atalaya. Se disponían los locales a festejar tan insigne victoria, cuando, como no, la hija del señor de la Atalaya, hermosa doncella, como solo lo pueden ser en las leyendas, se quedo prendada del apuesto prisionero. Se dispuso a ayudarle a escapar y a huir con él, pero el destino les tenía guardado un final más trágico. Fueron sorprendidos por los hombres de la villa, encabezados por el padre de la doncella, quién, como no, se puso hecho un basilisco al ver a su amada hija en manos del infiel. Y la cosa no hizo sino empeorar cuando los enamorados se dieron, delante de todo el mundo, un apasionado beso de despedida. El padre de la doncella no lo soportó más y de un solo mandoble arrancó las cabezas a los dos amantes, las cuales cayeron en el río y se hundieron bajo sus negras aguas. Años después sobre ese mismo lugar se levantaría el conocido como puente del beso.
Hay quién dice que el pirata no era moro, sino vikingo, que todo aconteció en el 880, con los piratas nórdicos desembarcando en la villa y qué el que acabo con él no fue el señor de la atalaya sino un tal Teudo Rico, natural de Villademoros, que acabó con el vikingo, bautizo con su nombre uno de los barrios de la villa, y se quedo con su enseña. En esta versión el nombre del pirata sería Kamboral.

Y no solo por las leyendas fue Luarca un lugar importante. Enclavada en el centro de la costa occidental asturiana, en el territorio de Tineo, y levantada a ambos lados del río Negro, la villa es una de las pocas poblaciones asturianas que gozo de presencia judía en su vecindad. Tan solo Avilés y Oviedo pueden presumir de lo mismo. Y es que la villa medieval tuvo su importancia sobre todo debido a la pesca y a la caza de ballenas. Se organizaba la vida en estos años alrededor de dos barrios principales, la Pescadería y el Cambaral (si, como el pirata), ambos fuertemente vinculados a la pesca, estando exentos sus habitantes de pagar portazgos, ni derechos ningunos sobre lo que hubieran pescado. Un puerto de ballenación, que se convertiría poco a poco en cabecera del concejo circundante; Valdés, del que se hablará más adelante.

La importancia de la villa fue tal que en 1270 Alfonso X, le concede carta puebla, dando origen a la Puebla de Valdés, porque sus habitantes «rescebían muchos males y muchos tuertos de caballeros e de escuderos y de otros homes malfacedores que les robaban e les tomaban lo suyo sin su placer...» Con el soporte que suponía la autoridad real, los luarqueses no tardaron en organizarse con sus vecinos para defenderse de los ataques de tantos malfacedores, en 1277 con las otras pueblas occidentales (del occidente de Asturias, vaya), con las que crea una Hermandad confirmada en La Espina. En 1315 con otros municipios del reino de Castilla en las Cortes de Burgos, creándose la Gran Hermandad del Reino. Y es que en estos años los municipios de hombres libres tenían que asociarse sino querían caer en las manos de algún desaprensivo señor feudal. 

 En esos años a galope de los siglos XIII y XIV se crea otra importante organización en Luarca, la Cofradía de Mareantes, dispuesta a defender los derechos de las gentes del mar. Pescadores, armadores y mercaderes se agrupaban para la mejor defensa de sus intereses. Los marineros de Luarca ya habían sido capaces de enviar una nave a la flota castellana que había sitiado Sevilla en 1248 y se rumorea que entre sus hazañas está la de remontar el Támesis y prender fuego a la mismísima Londres. Pero bien parece esto más un deseo originado por el ansia de revancha contra los corsarios ingleses que tanto gustaban de asolar estas costas.

Estas organizaciones no pudieron, sin embargo, evitar que en 1374 don Enrique de Trastámara quitará a la villa su condición de realengo, y la entregará en posesión a su hijo Alfonso Enriquez, tal vez a modo de venganza contra una puebla que se había mantenido en todo momento fiel a don Pedro I. Claro que gracias a las andanzas del personaje, la puebla pudo recuperar su autonomía en 1395, año de la derrota definitiva de don Alfonso. 

Todavía protagonizará Luarca un último intento de asociación en 1462, que se conoce como Las Cinco Villas y que agrupaba a Luarca, Grado, Pravia, Salas y Miranda. Solicitaron a Isabel la Católica su reconocimiento como entidad, pero muy lacónicamente la soberana delego en el corregidor, la agrupación terminó formando uno de los partidos de la Junta General del Principado.

En cuanto al aspecto de Luarca en estos siglos medievales, a buen seguro que era una puebla pequeña, de poco más de mil habitantes, que se agrupaban en los barrios de la Pescadería y el Cambaral, a ambos lados de la desembocadura del río Negro, y que tendrían más aspecto de aldea que de villa o puebla. Éste último barrio se dividía en Cambaral Bajo, donde se localizaban las defensas medievales, y Cambaral Alto. Era una villa abierta, sin murallas que la protegieran, así que los lugareños confiaban en gran parte su protección a la iglesia de Santa Eulalia, que se remonta a unos cuantos años en el pasado, pudiendo rastrearse su origen a los tiempos del Reino de León, pues Fruela I la donó en 912 a la catedral de Oviedo. En 1440 un hospital de peregrinos se levantó junto a la iglesia, no hay que olvidar que Luarca está en pleno camino de la costa. El hospital fue construido por obra de Alonso Gonzalez Rico, hidalgo originario del Cambaral, cuyo linaje fue muy importante por estas tierras, y se decía de ellos que habían encabezado la resistencia contra los piratas normandos. Algunos hablan que anteriormente a ese hospital existió otro levantado ni más ni menos que por los templarios, pero poco rastro hay de él y más parece leyenda que realidad. En el centro de la villa, casi como mediadora de los dos barrios principales se encontraba la Torre del Merino, levantada en los años de la fundación de la Puebla, y a la que se fueron añadiendo más y más construcciones hasta convertirla poco a poco en casa fuerte.

Los luarqueses buscaban en la iglesia protegerse no solo de los ataques mundanos, sino de los sobrenaturales, pues bien es sabido que el diañu gusta de hacer ruido con el candil para asustar a los que están pescando. Que en Luarca, son muchos.

Post scriptum: En esta ocasión he decidido dividir en varias partes el artículo dedicado a Luarca y Valdés para así empezar a publicar a la vez que profundizo en la investigación sobre historias y leyendas del concejo. Valdés es también el apellido de una importante familia noble asturiana que tiene mucha miga y cuyo solar original se encuentra entre estos valles, así que la cantidad de información que puedo llegar a reunir al respecto puede ser muy exagerada para una sola entrada.
 Rebuscando sobre las curiosidades de Luarca me encontré una y otra vez con la idea de que la Mesa de Mareantes (monumento situado en el Cambaral Alto y construido en los años 50 del s. XX aprovechando los restos de unas defensas levantadas en el s.XVI), era el lugar de reunión del gremio de mareantes y del concejo de la villa para hablar de sus asuntos. Sin embargo consultando fuentes anteriores al s.XX no he visto ni rastro de esta idea y me ha parecido más un mito moderno que una realidad. De todas formas aquí queda consignada la existencia de susodicha mesa.
 Hay dos cosas en Luarca que no tienen origen medieval pero no me resisto a comentar aquí: el cementerio y el museo del calamar gigante.
 El cementerio está colocado en la margen derecha del río Negro, en lo alto del barrio del Cambaral, rozando la Atalaya, que recibe el nombre de las fortificaciones que a partir del siglo XVI defendieron el puerto de Luarca de los ataques de piratas ingleses y franceses (por lo tanto muy cercano a la Mesa de Mareantes). El cementerio, uno de los más hermosos de España seguramente, construido a principios del siglo XIX, cuenta con una buena cantidad de panteones ricamente decorados, construidos por arquitectos de prestigio y que albergan a ricos indianos originarios del lugar (y la tumba del premio nobel Severo Ochoa, oriundo de Luarca). Cuenta con las habituales hileras de nichos que se pueden ver en cualquier otro cementerio, así como tumbas escavadas en la tierra. Prácticamente todas son de color blanco en consonancia con las casas de la villa que son predominantemente de ese color. Lo que más me llamó la atención, sin embargo, fueron las tumbas que se escavaban en la ladera de la colina, varios nichos que aprovechaban el desnivel natural del terreno para dar cobijo a los restos mortales de los finados. Al verlos no pude evitar pensar en que alguno de ellos no era tal y escondía en realidad unas escaleras que descenderían profundamente en la tierra hasta llegar a extrañas cavernas situadas por debajo del nivel del mar.
 Y aquí entra el Museo del Calamar Gigante.
Durante apenas cuatro años, a los pies de la Atalaya, y muy cerca del Cementerio de Luarca, se alzó frente a la mar el susodicho museo, albergando 31 ejemplares de calamar gigante, especie que según un buen amigo mio, marinero él, era de sobras conocida desde antiguo, pero no aprovechada por su fuerte sabor a amoniaco. El museo fue destrozado por un furioso temporal en 2014 y ahora solo quedan los restos, que fueron rematados por las acciones de unos vándalos.
 Con estas piezas; un cementerio, un museo de calamares gigantes, ambos frente al mar, y un empinado espolón que es rematado en su punta más septentrional por un faro, no pude sino imaginar una historia en la que, como dije, una de las tumbas oculta unas escaleras que descienden a un mundo submarino, habitado por extrañas criaturas adoradoras de poderosos monstruos tentaculados, que invocan las fuerzas de la mar para destrozar lo que a sus ojos es una afrenta a sus dioses acuáticos. No es historia para Aquelarre, lo se, pero bien cabe en La Llamada de Cthulhu, Cultos Innombrables o cualquier otro juego de rol de temática terrorífica y misteriosa. ¿O no?

Ideas de aventuras:

  • Los Pjs acaban de llegar a la villa de Luarca y como es demasiado tarde solo han conseguido refugio en un pequeño chamizo que los pescadores usan para guardar sus redes y aperos. En medio de la noche les sorprende el tintinear de un candil, una fantasmagórica luz se mueve frente a ellos en el mar. ¡El diañu! No, una embarcación pirata que planea saquear la villa mientras sus habitantes duermen. 
  • Varias barcas de pescadores han desparecido recientemente mientras faenaban, el gremio de mareantes organiza una expedición para buscar los restos de las embarcaciones. Ninguno de los tripulantes espera enfrentarse con un gigantesco monstruo surgido de las más oscuras simas marítimas.

Bibliografía: www.el-caminoreal.com, Guía Práctica de Monumentos Asturianos (ed. Everest), Asturias Legendaria (El Comercio, La Voz de Avilés), Asturias (Fermín Canella y Octavio Belmunt) 

martes, 25 de febrero de 2014

El corazón del Occidente. El territorio de Tineo.

Se han preguntado vuestras mercedes el porque Asturias tiene nombre en plural y no en singular como las demás regiones de los reinos de España (excepción hecha de las islas, claro está). ¿No se lo han preguntado? Pues aún así, yo les respondo. Sepan que en tiempos antiguos no existían solo dos Asturias, las de Oviedo en el reino de León y las de Santillana, en el reino de Castilla, sino tres, siendo las Asturias de Tineo, también en el Imperio Leonés, las terceras de estas Asturias. ¿Y de donde salen o donde están esas Asturias que dicen de Tineo? Bueno, para eso tenemos que remontarnos un poco más atrás en el tiempo.A una época anterior a los romanos, una época de densos bosques, escasos caminos y fortificados castros. Una época en la que el oro todavía se escondía bajo las montañas y en la que los hombres se separaban por clanes y pueblos.
Los pésicos eran uno de estos pueblos entre los que se dividían los astures tramontanos, es decir los que se encontraban más allá de la cordillera cantábrica, en más o menos lo que ahora es Asturias. El territorio que ocupaban los pésicos se extendía por lo que hoy se denomina el Occidente asturiano, que vienen a ser el territorio que se extiende entre el río Nalón por el Este y el río Navia por el Oeste, siendo las tierras de más allá del Navia territorio ya de las tribus galaicas. De estos tiempos y de otros anteriores son muchos los recuerdos que nos quedan: los dólmenes de Merilles y Baradal, los túmulos que se reparten por sierras y montes y que aquí se conocen como "cutruyos" y "covayos", los numerosos castros fortificados y, ya de tiempos de los romanos, los restos de la minería del oro.
Y es que este territorio era bastante rico en oro y otras riquezas minerales y poco después de la conquista romana se articuló rápidamente con diversas carreteras y explotaciones mineras para sacar el mayor rendimiento posible de los recién conquistados terrenos. Estas carreteras se organizaban de manera que las explotaciones se comunicarán entre ellas y con la capital del Conventus Asturum, a la sazón Asturica Augusta, Astorga. Se conserva de los romanos la inscripción al dios Evedutonio, que mora en Barcia, dios astur del lugar que los romanos, prudentes, honraban como se merecía. 
Y son estas tierras de occidente, este territorio, que lo fue, de los pésicos, lo que en los albores del año mil aparece denominado como las Tierras de Tineo, o las Asturias de Tineo, el territorio que va desde el alto de la Cabruñana en el concejo de Grao al río Navia, es decir, prácticamente todo el occidente asturiano.
 Pero sigamos el orden que marcan los años.
 Poco se sabe en realidad de los que paso en los últimos años de la dominación romana, y menos aún de lo que hicieron por allí suevos y visigodos. De hecho tenemos que esperar a los reyes de Asturias, al rey Silo para ser más exactos, para volver a tener noticias de Tineo. Dicen los monjes de Corias que en 780 un hijo de Silo, llamado Adelgaster, príncipe de Xixón, fundó en estas tierras en monasterio de Obona. Pero eso ya se ha dicho en otra parte.
 La fundación de monasterios tuvo una gran importancia en la zona, pues no solo Obona, sino tambien Barzana (¿será esta la Barcia del dios Evedutonio?) y sobre todo Juan Bautista de Corias son fundadas en estas Asturias de Occidente. Todos estos monasterios eran fundados por poderosas familias de la zona con la doble intención piadosa (para su alma) y repobladora y de organización (para el territorio). 
 Dio durante los siglos XI y XII Tineo personajes ilustras a los reinos de España. El conde de Oviedo Diego Rodriguez, nacido en Tineo, tuvo una hija, Ximena Díaz que caso con un tal Rodrigo Díaz, al que llamaban el Cid. Y por esos años una tal Ximena Nuñez era condesa en Tineo, donde pudo conocer al rey Alfonso VI y donde pudo tener con él sus amoríos pues dos hijas tuvo con él. Una de ellas, Teresa, sería madre del primer rey de Portugal, Alfonso I, la otra con Raimundo IV de Tolosa, que fue nombrado conde de Teverga y que marcho con los cruzados a la conquista de Jerusalén. 
 Pero no todos en Tineo eran gentes ilustres, en 1115 se reúnen representantes del concejo en Oviedo con el obispo Pelayo con objeto de organizarse para defenderse de los malhechores que asolaban el territorio. Algo muy común en las Asturías medievales, como hemos visto.  
No se sabe si sirvió esa reunión de poco o de mucho, pero si es cierto que en 1277, más de ciento cincuenta años después se reúnen de nuevo los de Tineo con los otros concejos limítrofes para organizarse de nuevo contra los desmanes de los señores feudales. Está vez lo hacen en el puerto de La Espina y sin obispo. 
Las Asturias de Tineo se gobernaban desde el castillo homónimo, que seguramente estuviera levantado sobre un castro anterior, o sobre una torre romana hecha para vigilar tanto oro y alrededor del cual se levanto una villa en el s.XIII, al calor de las fundaciones de Alfonso IX, quién también establece como paso obligado para los peregrinos a Santiago la susodicha villa y el monasterio de Obona. La villa era abierta, sin muralla, pero contaba no solo con el castillo, que estaba bien defendido por muralla, torre y foso, sino con hospital de peregrinos llamado "Mater Christi", un convento franciscano y la casa fuerte de los García de Tineo, importante familia del lugar.
 El territorio de Tineo (aquí hay que hacer una aclaración, en estos años, baja edad media, el territorio de Tineo hace referencia a lo que a día de hoy es el concejo del mismo nombre, NO a todo el occidente de Asturias, hay que diferenciar entonces entre "Tierra de Tineo" y "Territorio de Tineo", a partir de ahora hablaré del territorio), junto con Cangas del Narcea y Allande pasan en 1369 a manos del que era entonces Adelantado Mayor de Asturias, Pedro Suárez de Quiñones, en agradecimiento por los servicios prestados durante la guerra contra don Pedro I, su hermano. 
Dos peregrinos avistan un patarico en las tierras de Tineo
Juan Pablo Moratiel
 No fue la posesión de los Quiñones una cosa sosegada y tranquila. Con las sublevaciones del Alfonso Enriquez los castillos de Tineo y Cangas del Narcea cayeron en manos de sus seguidores, a la sazón Diego Sanchez y Fernán Sanchez, lo que motivo que el Adelantado Mayor, es decir el ya mencionado Pedro Suárez de Quiñones, ordenará a Diego García de Tineo que se hiciera con el control de los castillos y que "prendiera o matara" a los dos rebeldes. Con mucha sangre y esfuerzo lo consiguió el de Tineo y no debió ser cosa baladí pues cuando por fin se rindió en Gijón el conde don Alfonso Enriquez, se perdonó a toda su gente, excepto a estos dos Diego y Fernán Sanchez, que habían cometido grandes desmanes en esas tierras de Tineo. 
 Estos García de Tineo eran gente de confianza del Adelantado Mayor, pues junto a él había estado en el asedio a Algeciras del año 1379, eran gente muy principal de estas tierras y dieron origen a varíos linajes de ricos-hombres con solar en Tineo, a saber; los propios Garcia de Tineo, los Caballero con su lema: "agua, castillo y león prisionero, armas son de caballero" y los Riego, que se establecieron en Tuña, pequeña población tinetense. 
 Estos del Riego tuvieron sus querellas con otros nobles de la zona, los  Plaiz de Arganza y hubo un gran enfrentamiento en San Félix de Mirayo donde casi se extermina a estos últimos. Sin embargo, como solía ser habitual en la época, todo se arregló con varios matrimonios entre ambos linajes. 
 Decir por último que los García de Tineo también tuvieron sus más y sus menos con el monasterio de Obona, de hecho, el acoso al que sometieron al monasterio en tiempos de Alfonso IX fue lo que motivo que el monarca se acercará a estas tierras para dejar bien claro que el mismo protegía al cenobio. Los García de Tineo siguieron, no obstante, manteniendo algún tipo de relación con el monasterio pues gustaban de ser enterrados en él.
 Volviendo a Tineo y a los Quiñones, parece ser que en algún momento perdieron el control sobre estas tierras, parce ser que en tiempos de Enrique III, y en 1434 el rey Juan II se lo entrega a un noble francés, el conde de Armagnac, por los servicios que este le había prestado en diversas guerras contra Aragón y Navarra. Pese a todo el de Armagnac no debía llevarse demasiado mal con los Quiñones, pues cuando los nobles castellanos (Quiñones entre ellos) se sublevan contra el valido don Álvaro de Luna, el Príncipe de Asturias, futuro Enrique IV, se encuentra que sus capitanes en Asturias, en concreto Fernando de Valdes, que fue el capitán designado para apoderarse del occidente, que toda la tierra estaba tomada por los hombres del conde de Armagnac y de los Quiñones, con lo que su misión era casi imposible. Juan II intentó apartar a los Quiñones de las tierras de Tineo, dándole a cambio la tierra de Llanes, pero no debió de resultar efectiva esta solución pues hasta 1494 no recuperan definitivamente los Reyes Católicos el control sobre el Occidente de Asturias. 
 Acabadas las guerras en el propio Tineo, los naturales se pueden dedicar a otros menesteres y en 1518 un tinetense, García Fernández da muerte ni más, ni menos, que al famoso pirata Barbarroja (al primero, que luego hubo otro...).

Por supuesto Tineo tiene su parte mitológica y legendaria. 
 Aquí al Nuberu se le conoce por Renubeiru y se dice de él que es un hombre chamuscado que gusta de la compañía de las brujas y se tiene la costumbre de ahuyentarlo colocando cuchillos y hachas con el filo señalando a las nubes, las campanas de San Facundo tienen también la capacidad de espantarle. Al Busgosu lo llamán Pelosu en estas tierras. La Güestia es conocida como la Houstia. Y aunque no hay leyendas en Tineo sobre los homones, criaturas gigantes con forma humana, pero si las hay en Salas y en Allande, que son los concejos que rodean Tineo por Este y Oeste respectivamente, en la edad media formaban parte de la tierra de Tineo y no es difícil imaginarse que los homones de uno y otro lado también caminarán por los montes tinetenses.
 El que sin duda cabalga por Tineo es "La Pantasma", el espíritu de un caballero muerto en pecado de adulterio al caer de su caballo. 
 Curiosamente, pese a ser un concejo de interior, en Tineo saben que el Ome Marín es capaz de subir por los ríos desde la mar para violentar a las mozas, pues son estas criaturas especialmente lujuriosas. 
 En los abundantes túneles y galerías que horadan estas tierras es bien sabido que habitán xanas, encantadas y cuelebres, y no falta quien diga que los túneles han sido excavados por los míticos mouros, que rebosan riquezas y que incluso pueden llevar a su mundo. Cuidado ha de tenerse si uno se adentra en alguno de ellos llamado por la avaricia, bien es sabido que una moza desapareció para siempre en su camino entre Navelgas y Navaral al introducirse por una galería en la que creyó ver refulgir el oro. En la noche de San Xuan se pueden oír sus lamentos, mientras espera a que algún gallardo caballero baje a desencantarla.
En la ermita de Cotariello pueden verse todas las noches unas luces fantasmagóricas que, si algún incauto se acerca demasiado, son capaces de subir por el cuerpo y dar un insoportable calor. Se cuenta que son las almas en pena de una moza y su amante, ella fue asesinada por él y él se suicido después. No falta quién dice que todo se debió al arrepentimiento de ella al estar embarazada antes de haber pasado por la vicaria.  
En Vil.latresmil se cuenta que un señor de horca y cuchillo, o sea uno de esos señores feudales con derecho a juzgar y castigar a sus vasallos,  fue convocado por el rey de Castilla, una vez en Valladolid el rey le pregunto cómo podía ser que gobernase sin barba, el señor contesto que para eso que gobernara un chivo, fue mandado decapitar por el rey, al que no le gustó la respuesta. 
En las profundas minas escavadas por los mouros
se encuentran fabulosos tesoros enterrados.
Nestor González
El castillo de Mirallo. Dicen los del lugar que en lo que ahora es el prado de Eiros, cerca de San Felix de Mirallo, existía antiguamente un castillo como no ocupado por un señor especialmente sanguinario y cruel. Vivía solo en el castillo acompañado por una anciana servidora y le gustaba pasear por lo alto de su torre par vigilar lo que ocurría en sus dominios. En una aciaga ocasión divisó las llamas de una pequeña hoguera que había sido encendida por el hijo de un campesino. Ante tamaña ofensa no pudo menos que mandar arrastrar al labriego al castillo para hacerlo azotar, lo que el labriego, ya de por si un hombre de mala salud, no pudo soportar y murió ante los ojos de su hijo, el de la hoguera. Éste no dudo en maldecir a su señor delante de todo el mundo. Y alguien poderosos debió de oír la maldición porque el señor de Mirallo murió a los pocos días acompañado de sus anciana servidora. Más aún el castillo se derrumbó sin dejar rastro de su presencia. Pero hay quién dice que si pasas de noche por la meseta de Eiros escucharas los gritos del señor de Mirallo al que están azotando en la otra vida.
Se dice que en el Campu L’ayalguina hay enterrado un tesoro de los mouros.

Post scriptum: antes de acabar quiero comentar tres datos que me han llamado la atención pero que no sabía bien como meter en el articulo. Por un lado la existencia de un lugar llamado El Peligro en las cercanías del monasterio de Obona, pese a tener un nombre tan sugerente no he encontrado ninguna anécdota ni leyenda al respecto. 
 En segundo lugar comentar una curiosa costumbre que se tenía en Tineo para estimular al matriz de las parturientas:  la hacen pasear y entre cuatro mocetones la menean... es de suponer que cada uno la agarra de una extremidad y, pues eso, la menean.
 Y por último una jocosa costumbre que se tenía en tiempos de Antroiro o Antroxu o Carnaval. Parece ser que para finalizar la fiesta, los más inquietos de la mocedad se dedicaban a lanzar el "goxu", que no es otra cosa sino lanzar un carro de hierba ardiendo colina abajo contra una aldea seleccionada al azar, por lo general y por comodidad se escogía una que estuviera situada más abajo que el lugar en el que se encontraban los bromistas. La verdad es que no hay nada mejor como estar durmiendo y que de repente te estrellen un carro ardiendo contra la quintana. Un chistazo vaya, no se si en la baja edad media se estilaba esta tradición, pero ahí queda dicha.
 Ah, y otros tinetenses de renombre en la historia de España fueron Pedro Rodriguez de Campomanes, marques de Campomanes e ilustrado, y Rafael del Riego, si, el del himno de Riego, de Tuña nada menos.
Post scriptum II: espero que haya podido dejar clara la diferencia entre tierra y territorio de Tineo. Parece ser que la tierra de Tineo era prácticamente todo el Occidente asturiano, lo que se correspondería con la tribu astur de los Pésicos, mientras que "territorio de Tineo" hace referencia a un espacio mucho más pequeño, que ocuparía lo que ahora es el concejo. La diferencia entre uno y otro parece haber surgido a caballo entre los s.XIII y XIV, a partir de los cuales ya no se hace referencia a las Asturias de Tineo, sino simplemente al concejo.
Bibliografia: "El concetson" de Yasmina Rodriguez Gonzalez. 2002-2003. E. Universitaria de Turismo de Asturias.
"Nuestras raices. Patrimonio Historico" Manuel Fernández de la Cera.
"Mitos y leyendas asturianas" Alberto Álvarez Peña
También Wikipedia: Tineo
De nuevo he tenido la suerte de contar con Juan Pablo Moratiel y Nestor González Fernández