De los viejos habitantes
A lo largo de toda la geografía asturiana nos encontramos constantemente con menciones y referencias a los misteriosos "mouros" y a las no menos fascinantes xanas. Si bien estás últimas están siempre asociadas al agua; ríos, lagos, puentes; los primeros parecen ocultarse en profundas simas, bajo antiguas ruinas o en palacios sumergidos en las innumerables charcas y lagunas de la tierra asturiana.
La xana la fonte clara |
En ocasiones parecen querer confundirse con los moros históricos, los de la morería, que en el relato mítico de los asturianos siempre están huyendo de la furia de Pelayo y sus hombres. En su retirada dejan atrás a una doncella, hermosa y encantada bajo alguna magia que, las más de las veces vigila y protege un tesoro y pasa, así, al mundo mitológico de los otros mouros.
En ambos casos, histórico y mítico, la palabra mouro/moro parece hacer referencia a alguien o algo no cristiano. Que se sitúa fuera del mundo racional, pues lo lógico, en este relato mitológico, es ser cristiano. Si Dios creo el cielo y la tierra y mantiene las dos en su sitio solo quien no es racional no puede creer en Él. Y solo hay una manera de creer en Él que es ser cristiano. Por lo tanto quienes no creen solo pueden ser criaturas mágicas de extraños poderes que viven a caballo entre nuestro mundo y el otro. Sus ruinas y restos están con nosotros aquí, pero ellos están más allá, en ese mundo subterráneo y sumergido.
De las mouras y las xanas
De los mouros en sí se sabe bastante poco, pues nadie parece haberles visto. Al menos no con claridad. Así que no hay una descripción fidedigna de los mismos. A las mouras sí que se las ve, o al menos se las describe, que son siempre guapas y, a menudo, muy rubias de cabellera (tan dorada como los áureos tesoros que custodian).
Pero esto de las mouras es un problema, porque se parecen demasiado a las xanas.
Son guapas, rubias, custodian un tesoro o prometen riquezas. Las semejanzas son abundantes, aunque sí es cierto que las xanas suelen estar más individualizas, algunas incluso tienen nombre y casi siempre ese nombre es Ana. Además las xanas parecen estar ligadas a un lugar concreto que llevan habitando desde siempre, desde que el mundo es mundo.
De las xanas y los xanos y los xuanes
Además de xanas, hay xanos. O eso parece. A los xanos tampoco los ha visto nadie y parecen ser tan esquivos como los mouros. Incluso podríamos decir que son lo mismo si estiramos un poco el limite de nuestra imaginación. A los xanos no hay que confundirlos con los Xuanes, que son numenes de extraños poderes, por lo general relacionados con el clima, como Xuan Cabritu, Xuan de la Borrina, Xuan Barberu, Xuan Blancu...
Tal vez, y solo tal vez, los antiguos astures llamaban xana, xanu y xuan a criaturas semidivinas que se situaban más allá de su comprensión pero que, en realidad, les ayudaban a entender ese mundo peligroso y desconocido que les rodeaba. Xuan Cabritu controlaba las nubes y el granizo, Xuan de la Borrina la niebla, Xuan Blancu y Barberu... ya se ha olvidado.
Tal vez, y solo tal vez, los antiguos astures mezclaron en algún momento de su historia legendaria a las xanas y los xanes con los mouros y las mouras, pues todos ellos estaban lejos, eran desconocidos y, los más importante, no eran cristianos. En la mente colectiva de los asturianos unos y otros habían estado antes en Asturias, pero se habían ido, expulsados al parecer, y no habían dejado atrás nada más que un borroso recuerdo.
Tal vez, y solo tal vez, xanas y mouras y xanos y mouros fuesen para los asturianos la misma cosa aunque ellos ni siquiera se diesen cuenta.
Todo es mentira
Lo que el lector se va a encontrar a continuación es todo mentira. Es un desvarío, una fantasía, un cuento, un leyenda inventada en noches insomnio. Es indemostrable, acientífico y poco o nada metódico. Va a forzar las pruebas, retorcer las leyendas, casi va a inventar otras nuevas y va a ignorar las que no interesan o no encajan con el relato. Es todo una mentira y una manipulación que pretende engañar a la Historia y a la Leyenda. Y si os lo creéis va a ser solo culpa vuestra.
Xanos, galigrecos y xigantes
Dejemos a un lado el aspecto de los mouros, por el momento nos nos interesa, y centrémonos en su nomenclatura.
Las leyendas más habituales les llamas mouros, o xentiles, o xentiles galigrecos. En todos estos casos queda una cosa clara: no son cristianos se llamen como se llamen. Son de antes de los cristianos. A los xanos no se les nombra, casi parece que no existan.
¿O sí?
Mouros, galigrecos, xentiles y xigantes parecen tener querencia por las grandes piedras y los tesoros escondidos. Les gusta el oro, mucho. Y lo atesoran en sus palacios y ciudad subterráneas. Menos los xigantes, que acaban de aparecer en nuestro relato y que no viven bajo tierra. Difícilmente podrían entrar en los angostos túneles que llevan a los hogares de los mouros.
A no ser...
A no ser que mouros y xigantes fueran parte de una misma y antigua raza que huyó de los humanos separándose en dos rutas de escape distintas. Los xigantes se ocultaron en cuevas y en lo más profundo de los densos bosques asturianos. Los mouros excavaron túneles y esculpieron ciudades bajo tierra. Los unos se asalvajaron y asilvestraron y aumentaron de tamaño descomunalmente. Los otros se civilizaron y sofisticaron y mantuvieron el tamaño de los humanos normales, aunque tirando a altos, para poder moverse por sus túneles.
Mouro, xigante o xano |
Los mouros son magos, no se han comido a nadie que se sepa y pueden transmutar su cuerpo, al menos pueden adoptar la forma de una serpiente ¡incluso de un temible cuelebre!. Y esto último los vincula con las xanas. Las xanas también se transforman en culebrón o, al menos, tiene un cuelebre cerca, haciendo las veces de guardián y carcelero. Así que a xanas y mouros les gusta el oro y las serpientes. Y la magia, claro.
Más aún, los mouros, en su huida, dejaron atrás, como ya se ha dicho, a algunas de sus doncellas, hijas o hermanas, que por fuerza de un maldición o magia paterna (o al menos machirula) terminan convertidas en encantos o encantadas, casi siempre cerca o dentro de una fuente, una poza, un arroyo, a veces en cuevas.
Pues yo digo que esas encantadas son también xanas y que, por lo tanto, son las xanas son las hijas de los mouros. Al menos algunas xanas. Al menos en algunas ocasiones. Y si las xanas son las hijas de los mouros, los mouros son xanos.
Pero esto es todo mentira y no os lo deberíais creer.
La Vieya
Hay alguien más a quién le gustan las piedras grandes más allá de xentiles y xigantes. No tiene nombre conocido, así que se la nombra simplemente como La Vieya, o también La Filandera. Los menhires y las piedras grandes en general son suyas. Las colocaron allí los xigantes, antes de que el tiempo fuese tiempo, pero no fue por capricho, sino para La Vieya, pues estos gigantescos monolitos son los husos que ella utiliza para hilar sus hilos de oro.
En general a los monolitos se les llama simplemente "las piedras" o "as pedras" y son de "La Señora", "La Vieya", "A Filandera"... Poco más se sabe de esta misteriosa anciana. Pero es grande, muy grande, tanto como para hilar en una gigantesca peña que se alza muy cerca de Oviedo a la orilla del Nalón y que es conocida como "Fuso la reina", el huso de la reina. Y esta reina es ella, La Vieya, La Señora.
Esta reina gigante hasta lo descomunal es la diosa de su estirpe, de los xigantes, que para eso levantaron sus piedras, para adorarla y que pudiese continuar su labor, su eterno hilar de hilos de oro. Aunque nadie sepa ya para que son esos hilos.
Es la dueña también del arco multicolor que cruza los cielos cuando el sol despunta después de llover, por eso los asturianos lo llaman "L'arcu la Vieya". Una vieya filandera y xiganta. La diosa primigenia de los mouros y los xigantes.
Pero esto también es mentira.
Los xaninos
Las xanas tienen hijos que son conocidos como "xaninos", "xanín" en singular. Parece que son siempre varones, aunque esto no está muy claro, de piel oscura y pelo abundante.
A veces sus madres no parecen estar atadas a ningún sitio, como suele ser habitual en las xanas, y se mueven de un lado para otro con el xanín a cuestas para intentar intercambiarlo por algún bebe humano cuya madre esté despistada. Hay quién dice que esto lo hacen porque los xaninos son voraces y absorben dolorosamente la energía de las madres al mamar, hasta matarlas; otros afirman que, en realidad, las xanas no pueden amamantar; otros que la leche de las mujeres humanas es mucho más nutritiva que la de las xanas, pero en realidad nadie sabe porqué lo hacen. Lo que ocurre es que el xanín, peludo y de piel oscura no suele engañar a la disgustada madre humana que, como buena asturiana, tiene siempre a mano un ensalmo para expulsar de su casa tan desagradable compañía (¡Toma al to peludín, dame al mi mocosín!). La xana, descubierta, no tiene más remedio que desfacer el entuerto y escapar con su progenie en brazos.
De los padres de los xaninos, presumiblemente los xanos, no se sabe nada, como ya se ha dicho, pero no son humanos. No es que a los humanos no les guste ayuntarse con las xanas, que son rubias, guapas y con posibles, sino que los hijos de humanos y xanas son simples humanos. La prueba de esto es que el único caso conocido, el de la noble familia de Velarde, cuyo antepasado se desposo con una de estas criaturas, es totalmente humana. No hay que quitar merito a los Velarde, la gran mayoría de humanos que intenta seducir a una xana terminan ahogados en el fondo de una sus pozas.
No, los xaninos no son hijos de humanos, son hijos de xanos. O de mouros.
Los xaninos, como hemos dicho, son de piel oscuro. La palabra "mouro" viene del latín "maurus", que significa "negro, oscuro". Los xaninos son los hijos y los nietos de los mouros.
Pero esto también es mentira.
Xigantas
Hay xanos y hay xigantas. A las segundas se las llama en muchas ocasiones "mouras" y esto no es mentira, por lo que mouros y xigantes son una misma cosa como ya se ha dicho machaconamente. Pero esto último sí que puede que sea mentira.
A las mouras les gustan los dólmenes y también les gusta hilar a semejanza de La Vieya. Mientras hilan las xigantas se colocan las piedras que rematan el dolmen sobre la cabeza haciendo equilibrio. Nadie sabe porqué, pero puede que lo hagan en imitación o en honor de La Vieya, su señora.
A las xigantas, como a las xanas, les gustan los ríos y, aunque no viven en ellos, levantan presas y canales en su cauce para crear estanques en los que lavar el oro que tanto les fascina. Estos canales reciben el nombre de "antiguas".
Los reyes
Que los xentiles galigrecos estaban gobernados por poderosos reyes no es ningún secreto y también es lógico, porqué solo para los reyes se acumula tanto y tanto oro como hacen ellos. Lamentablemente no conocemos el nombre de ninguno de estos soberanos, que la memoria de los seres humanos es débil y el tiempo de la huida de los mouros es muy lejano.
Hay, como no, excepciones a esta regla del olvido. El príncipe Carandón, que está enterrado en Moñes y cuyo espíritu aún puede verse paseando junto a sus hijas montado en un carro en la noche de San Xuan. Es muy posible que sea este príncipe y no otro el que está representado a lomos de su caballo en la diadema de oro (¡por supuesto!) que se encontró en ese mismo lugar y que los humanos atesoran en uno de sus museos.
El rey Castro y su guerra contra los galigrecos |
Bajo el castillo de Buanga se encuentra enterrado el tesoro de la reina Numadre, consistente en una docena de reyes de oro; aparentemente son estatuillas que representas a monarcas de los xentiles, pero con estas criaturas nunca se sabe y nada impide que esos doce reyes dorados estén vivos a su manera esperando en las galerías subterráneas del castillo roquero el regreso de su soberana. Que nadie busque ese castillo porqué ya no existe. O puede que sí, pero no lo vemos.
De los otros reyes galigrecos no se sabe el nombre, como bien ya se ha dicho, pero sí el de su enemigo, el rey Castro, quién asedió las ciudadelas de los xentiles en Valdepares y El Ferreiru. Los habitantes del primero intentaron durante el asedio separar con su magia la península en la que se encontraban para convertirla en una isla, abriendo un enorme canal en la tierra. Fracasaron y fueron derrotados, pero todavía se puede pasear por la enorme trinchera. Los dos castros están separados por más de cien kilómetros de distancia así que bien podemos estar hablando de una guerra mucho más terrible de lo que se recuerda, pero nunca ya lo vamos a saber.
El rey Castro tenía su propia ciudadela en algún lugar muy cercano a sus enemigos de Valdepares, aunque no se ha encontrado ni rastro de ella, así que puede que todo lo anterior sea mentira. Seguramente lo sea. Pero ya lo sabíais.
Las costumbres
Mouros, xanas y galigrecos no eran humanos aunque pudieran parecerlo y sus costumbres y usos son una buena prueba de ello. O eso parece porqué de nuevo estamos en el mundo de lo falso y lo especulativo, que si de los xentiles se sabe bien poco, de sus costumbres se sabe aún menos. Sacando de aquí y de allí, los antiguos relatos nos ayudan a desentrañar levemente el misterio.
Los animales
Los mouros montan a caballo que esconden junto a ellos en sus ciudades subterráneas. Esto lo sabemos casi seguro pues se les ha visto salir de las profundidades del castillo de Alesgas con sus monturas para abrevarlas en el río.
También cabalgan sobre cabras, aunque esto lo hacen menos, sobre todo cuando quieren viajar por las encrespadas cumbres de las montañas. Una vez ocurrió que una moura atravesó las cimas jineteando una cabra a tal velocidad que origino un enorme desprendimiento que aún a día de hoy puede contemplarse, la Fana de Xenestaza se llama. Lleva siglos cayéndose lentamente hacia el fondo del valle por la ladera. ¿Y si al terminar de caer revela una de las secretas ciudades de los suyos? Esta sí que sería una mentira digna de verse. Dicen que este no es el único desastre originado por la montura de cabras, pero desde luego es el más conocido.
Otros son los animales que completan la cabaña de los galigrecos para ayudarles en sus labores diarias. Son bestias de oro, iguales a aquellas de carne y hueso que asisten a los humanos en sus quehaceres, y dan a entender que, a lo mejor, el dorado metal no les gusta por lo mismo que a nosotros. Seguramente sus sabios y alquimistas hacen con él está imitación de vida. Y eso está bien, porque sería muy cruel tener a todas esas bestias viviendo tan lejos de la luz del sol. Se sabe de los bueyes áureos que pacían en la Fonte la Xania, incluso en una ocasión bajaron hasta la hermosa villa de Grao acompañando a su señora moura, y muy cerca, en el Freisnu, había una gallina con sus polluelos, todos de oro, que pertenecía a una xana.
Las magias
El oro de las xanas |
son capaces de adoptar forma de serpiente gigante, como hemos ya dicho más arriba, pero también se conoce alguna que se ha transformado en buey en llamas; aumentan su peso a voluntad, usando esta sucia treta para ahogar en el río a los incautos que las cargan al hombro seducidos por promesas de una vida mejor a su lado; son capaces de maldecir objetos, especialmente hilos de oro y bollos de pan de tres picos, el incauto que los rompa o robe muere en el momento.
Algunos de los mouros son capaces de leer auspicios en los sucesos naturales. Uno de sus reyes contempló una gran nevada que caía sobre sus tierras y entendió que marcaba el fin de su tiempo y la llegada de la era de los humanos. Ese fue el momento, y no otro, en el que comenzaron los mouros su eterna huida.
La Diosa
No se sabe muy bien quienes eran los dioses de las xanas y los galigrecos. Les repele todo lo cristiano, el tañido de las iglesias les hace escapar y Xuan Cabritu es capaz de olisquear el tufo a "cristianuzo". Puede ser que la diosa de todos ellos sea esa que los xigantes llaman La Vieya. Dicen que en cierta playa del Oriente asturiano pueden verse sus huellas estampadas en la roca, pero o bien son de otra xiganta más pequeña, o bien La Vieya cambia de tamaño a voluntad. Hay quien dice que tiene un hijo que brilla tanto como el sol y que oscuros enemigos la persiguieron en una ocasión desde el mar. Hay quién dice que La Vieya, La reina y La Filandera no son una misma diosa sino tres, pero esto no son si no tonterías.
A los mejor esas xigantas que a veces llaman Filanderas son las hijas de La Vieya, o sus sacerdotisas, o las dos cosas a la vez. Nunca lo sabremos. Tampoco sabremos que son esos hilos de oro, pero parece que tienen algo que ver con la vida, o con el sol, o con las dos cosas. A lo mejor el oro que hilan mientras hacen equilibrios con las grandes piedras en la cabeza no es otra cosa que los rayos dorados del astro rey que ellas convierten en materia llena de vida. A lo mejor con esos hilos construyen sus animales de oro. A lo mejor en esos hilos está el destino y la vida de las personas, pero entonces no deberían haber cortado ese hilo tan pequeño el pasado año.
Pero esto es todo mentira y si habéis leído hasta aquí y os lo habéis creído es solo culpa vuestra.
Fin
Post scriptum
Prácticamente toda la información que he utilizado para esta entrada está sacada de mitos y leyendas asturianas recopiladas por Alberto Álvarez Peña en algunos de sus multiples libros sobre el tema. No perdáis la oportunidad de leerlos.
También he consultado los trabajos de Xuan Xosé Sanchez Vicente, Aurelio Llano y Constanino Cabal.
Las imágenes son todas de Arthur Rackham y, en realidad, tratan sobre mitología artúrica, céltica o cuentos populares, pero retorciéndolas un poco encajan casi a la perfección con los mitos asturianos.